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Autoestima cristiana: ¿Está en la Biblia o es puro humanismo?

Autoestima cristiana ¿Está en la Biblia o es puro humanismo?

Hace años vi a un famoso predicador que en cierto momento mencionó que no le importaba la autoestima de quienes le escuchaban. Estaba claro que el concepto de autoestima no es algo que se comparte en todas las iglesias cristianas, y hasta el día de hoy aún genera desconfianza.

Algunos lo consideran un invento moderno del humanismo, otros encuentran en la Biblia un respaldo de manera implícita. Entonces, ¿es bíblico hablar de autoestima? ¿O es un concepto que no tiene nada que ver con el cristianismo?

¿Qué es la autoestima?

  • Es la valoración que tenemos sobre nosotros mismos, nuestras habilidades, características, logros y fracasos. Nos hace crear una identidad y juzgar si nos gusta o no.
  • No se trata de orgullo o egocentrismo, sino de reconocer que valemos como personas creadas por Dios.
  • Una autoestima sana hace que nos valoremos a nosotros y a los demás de manera equilibrada, esto es requisito fundamental para tener una vida plena.
  • Se desarrolla desde la niñez, a partir de las experiencias con nuestros más cercanos (padres, familia, educadores) donde vamos formando nuestra identidad.
  • La autoestima se suele clasificar en tres niveles: baja, inflada y saludable.

Autoestima baja

Es una valoración negativa de uno mismo y una falta de confianza en las propias habilidades y capacidades.

  • Inseguridad, poca confianza en habilidades y talentos.
  • Se sienten incompetentes.
  • Se sienten poco importantes.
  • Se sienten poco atractivas.
  • Suelen ser pesimistas y negativos.
  • Son muy críticos consigo mismos.
  • Son muy críticos con los demás como una forma de elevar de manera engañosa su autoestima encontrando fallas en las otras personas.
  • Evita los desafíos y riesgos.
  • Puede provocar ansiedad, depresión y trastornos alimentarios (anorexia, bulimia).
  • Problemas académicos en cuanto a concentración y motivación.
  • Propensos a adicciones para sentirse mejor consigo mismos.
  • Propensos a ceder ante la presión de grupo y malas influencias.
  • Problemas sociales en la interacción con los demás y la capacidad para establecer relaciones significativas familiares, de pareja o de amistades.

Un estudio publicado en la revista BMC Psychiatry (2024) encontró que los pacientes con trastornos depresivos tienen niveles significativamente más bajos de autoestima que la población general.[1]

Desde la psicología, se sabe que una baja autoestima puede llevar a conductas destructivas como la comparación constante, la necesidad de validación externa, el miedo al fracaso y la incapacidad de establecer relaciones saludables. Sin embargo, este tipo de actitudes también suelen disfrazarse de humildad.

Autoestima inflada

Es cuando hay un exceso de autoestima, una visión exagerada y poco realista de uno mismo, y una gran necesidad de admiración y atención de los demás.

  • Narcisismo.
  • Orgullo.
  • Arrogancia.
  • Egoísmo.
  • Falta de empatía, pues se centran demasiado en sus propias necesidades.
  • Poca tolerancia a la crítica porque se ve como una amenaza a su imagen.
  • Comportamiento impulsivo y riesgos sin medida.
  • Incapacidad para reconocer propias debilidades.

Autoestima saludable

Produce una percepción realista y objetiva de uno mismo, y se caracteriza por una aceptación positiva de las propias fortalezas y debilidades, así como una actitud constructiva hacia el desarrollo personal y la mejora continua.

  • Es una autoestima alta pero realista.
  • Da seguridad y confianza.
  • Personas optimistas y positivas.
  • Mayor capacidad de enfrentar desafíos y realización de metas.
  • Reconoce sus propias debilidades.
  • Aprenden de los errores y fracasos.
  • No se sienten amenazados frente a las críticas.
  • Buen trato a los demás, relaciones significativas.
  • Aprende a amar.

¿Está la autoestima en la Biblia? 

La palabra “autoestima” no aparece en la Biblia, siendo esta una de las principales críticas de quienes niegan este concepto. Sin embargo, tampoco aparecen las palabras “Biblia”, “Trinidad”, “Teología”, etc.

La ausencia del término autoestima no implica la ausencia del concepto. La Biblia contiene numerosos pasajes que apelan al valor del ser humano, a su dignidad como creación de Dios, y al llamado a amarse a uno mismo de forma sana y equilibrada.

Veamos algunos fundamentos de la autoestima en la Biblia:

  • Fuimos creados a imagen de Dios

Cada ser humano tiene un valor innato dado por Dios, que no depende de nuestras obras, de la opinión de otros ni de logros personales.

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” 

Génesis 1:27

  • Dios nos amó aun cuando éramos pecadores

El amor de Dios hacia nosotros no se basa en que “nos portemos bien” o seamos perfectos. Él nos consideró valiosos incluso en nuestra condición caída.

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”

Romanos 5:8

  • El mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo

Jesús enseñó que el amor propio saludable es la base para amar a los demás. No se refiere a egoísmo, sino a una correcta valoración de sí. No podemos amar a nuestro prójimo si no nos amamos a nosotros mismos.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Mateo 22:39

  • Dios no se agrada del menosprecio personal

Recordemos que Moisés (Éxodo 4:10) y Jeremías (Jeremías 1:6) se resistieron al llamado de Dios debido a su baja percepción de sí mismos. Dios no los felicitó por su “humildad”, sino que los corrigió y reafirmó su propósito para ellos.

La autoestima cristiana 

La verdadera autoestima cristiana no se basa en frases como “eres un campeón” o “tú puedes con todo”. Esto solo fomenta el orgullo y una autoestima inflada, es decir, la sobrevaloración de uno mismo, que desplaza a Dios y a los demás.

Una autoestima cristiana es una autoestima sana, y ésta se basa en verdades espirituales profundas:

  1. Dios me creó a propósito.
  2. Dios me amó antes de que yo hiciera algo para merecerlo.
  3. Dios me redimió con la sangre de su Hijo.
  4. Dios me llama por nombre y me da un propósito eterno.
  5. La autoestima cristiana reconoce que mi valor viene de Dios, no de mis méritos.

La autoestima cristiana no dice: “Yo soy mejor que todos”, sino: “Yo valgo porque Dios me hizo, me ama y tiene un propósito para mí”.

Cuando aprendemos estas verdades podemos caminar con seguridad, sin caer en la soberbia ni en la autocompasión.

Conclusión

La autoestima cristiana no es un invento del humanismo ni una moda psicológica. Es una respuesta bíblica y sana al valor que Dios otorga a sus hijos. Ignorar este aspecto puede llevarnos como cristianos a vivir vidas llenas de culpa, miedo y comparación, en lugar de libertad y gozo.

Por eso, aprender a vernos como Dios nos ve, no solo es correcto, sino necesario. No se trata de poner al “yo” en el centro, sino de alinear nuestra identidad con lo que Dios dice.

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras”

Efesios 2:10

 


[1] https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC12125014/

De la abundancia del corazón habla la boca

De la abundancia del corazón habla la boca

En tiempos donde muchos dicen tener una religión, pero sus vidas están totalmente alejadas de la vida cristiana, quizá alguna vez te has preguntado ¿será cierto que soy verdaderamente cristiano? ¿estará lleno mi corazón de Dios?

Nuestro corazón (en el sentido figurado, claro) se encarga de almacenar las cosas que amamos y las que no; cosas que se mantienen en el interior, pero que en algún momento se harán manifiestas hacia los demás por cualquiera de las vías que Dios nos ha dado para comunicar.

Una de las vías de comunicación más notorias para expresar lo que hay en nuestro corazón es el habla, y de eso habla este versículo bíblico:

“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (Lucas 6:45)

Estas son palabras que Jesucristo enseñó a sus discípulos y religiosos de su época sobre el origen de las palabras que pronunciamos a diario.

Lo que hablamos es reflejo de lo que tenemos dentro, de lo que está lleno nuestro corazón. Por ejemplo, si en nuestro corazón abunda la pasión por los automóviles, pasaríamos hablando todo el día sobre eso, y aburrir sin compasión a quien no está interesado en el tema.

Pero la boca no es la única que habla por nosotros. En nuestros tiempos existen otras formas de hablar. Por ejemplo, las redes sociales, tales como Youtube, Facebook, Twitter, etc., son medios por los cuales nos comunicamos y vienen a ser como nuestras bocas que hablan hacia el mundo entero, y que muestran lo que somos verdaderamente.

Por lo tanto, tomando este versículo, podríamos decir: “De la abundancia del corazón habla tu Facebook“.

¿Qué es lo que habla tu Facebook sobre ti? ¿Qué cosas tienes en tu perfil? ¿Qué cosas publicas? Mira por un momento tus comentarios, estados y fotos. Si en tus estados publicas cosas de Dios, cosas positivas,
cosas alegres, cosas que edifican, seguramente en tu corazón está Dios. Pero si en tus publicaciones, estados y perfil hay pesimismo, chismes, comentarios quejumbrosos y tóxicos, y más encima hay que buscar como quién busca un tesoro escondido alguna cosa de Dios, es porque realmente tienes un problema si te crees cristiano.

Ya ves, para comprobar si eres cristiano, analiza tu corazón y ve cuan lleno de Dios está. Lo podrás comprobar con lo que comunicas a diario, con lo que hablas con tu boca, con tus actitudes y con tus publicaciones en las redes sociales. Todo lo que comunica de ti demuestra lo que eres, lo que tienes en tu corazón.

Dios te bendiga.

Jóvenes cristianos y la lucha en la universidad

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En días en donde muchos jóvenes inician una nueva etapa al entrar a la educación superior, muchos padres y aún sus propios hijos manifiestan un grado de temor al momento de preguntarse ¿Qué va a pasar conmigo cuando ingrese a la universidad? ¿Seguiré siendo cristiano?

Y es que a estos jóvenes se les ha platicado de testimonios sobre casos de otros jóvenes cristianos, los cuales, al entrar a la universidad se fueron de la Iglesia, y ya no siguieron el camino de Cristo, en pos de filosofías humanas o vanas diversiones. De hecho, en algunas encuestas el ingreso a la universidad es uno de los motivos por los cuales los jóvenes abandonan las congregaciones cristianas.

Algunos pastores, incluso, ya han considerado una verdadera amenaza a toda institución de educación superior, y exhortan a padres y a hijos a no concurrir a ellas.

Pero por supuesto, el motivo del ingreso a la universidad no es la causa por la que algunos jóvenes desisten de seguir adelante en la Iglesia, sino que lo que ocurre en el interior de cada joven universitario. Y es que en dichas instituciones se pueden presentar amenazas que van desde las tentaciones que ofrece el mundo, hasta el ataque de las doctrinas cristianas que sofocan la fe de algunos.

En el ambiente de estudio universitario, se respira un ambiente de reflexión que llevan a preguntas y respuestas de todo tipo, en las más variadas esferas de la vida del ser humano. Es un lugar en donde las ideas de diverso tipo circulan y se difunden entre todos sus miembros… inclusive las ideas ateístas o de doctrinas sectarias, las que están muy de moda por varios de estos círculos.

Allí, nuestros jóvenes son entrenados para pensar y razonar, y a generar un grado de intolerancia hacia las respuestas sin fundamento; es decir, el “porqué sí” ya no es aceptable como una respuesta a las dudas de estas personas.

¿Qué pasa con nuestros jóvenes cristianos en esos lugares?

Es ahí en donde se pone a prueba la convicción de sus creencias en la fe cristiana. Es ahí en donde pueden crecer o morir espiritualmente, es un campo de batalla, sólo apto para personas preparadas para ello.

¿Cuándo el joven está preparado?

Simplemente cuando ya no tiene temor de perder su fe. En este caso, ya se ha generado una convicción, con la cual el cristiano puede compartir su fe, debatir y responder preguntas con confianza y seguridad en quién ha creído. Aquel joven tiene claro su primer amor: Dios por sobre todas las cosas. Al amar a Dios, aquel amor echa fuera todo temor, pues como dice la Biblia:

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” (1 Juan 4:18)

El joven debe ser perfeccionado en el amor de Dios, pues en el amor no hay ningún temor. Pero, ¿Cómo amaré a quien no he conocido? Y es aquí en donde recién hemos llegado al verdadero problema de fondo: Los jóvenes universitarios que renuncian a su fe cristiana, lo hacen porque no amaron a Dios, pues nunca le conocieron, y por esta causa se alejan del Camino, pues nunca tuvieron convicciones que les afirmasen en su fe al momento de enfrentar argumentos ateístas o de diversas corrientes ideológicas anti cristianas.

El desafío está puesto

Es el deber de las familias cristianas y de la Iglesia, la preparación de sus hijos y jóvenes para enfrentar el mundo de la universidad. Los líderes deben abrir espacios para enfrentar esta situación y poder afirmar a estos jóvenes, orientándolos y respondiendo a sus inquietudes de una manera convincente, para que ellos, a su vez, puedan llevar el evangelio a sus compañeros de estudio.

Para nuestra preparación existe muchos recursos que están a nuestro alcance, y entre ellos no quiero dejar pasar la oportunidad de la recomendación que nos hace Orlando Inagassobre este sitio, el cual tiene material bastante útil orientado precisamente a jóvenes estudiantes.

Líderes y padres: Prepárense para preparar a sus jóvenes, ya que ante tantas ideologías, la firmeza de la doctrina bíblica que ustedes le traspasen a sus jóvenes verán su fruto…

Joven: Si te has decidido a entrar al mundo de la educación superior, no importando cual sea el título profesional al que aspiras, siempre ten firme la profesión del evangelio:

“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” (Hebreos 10:23)

Dios te bendiga.

Como los de Berea, Tesalónica o Galacia

como los de Berea

Es preocupante ver el modo en que muchas personas reciben una predicación o mensaje. ¿Qué tal si esa persona que estamos escuchando nos está mintiendo acerca de la fe? ¿Qué tal si está equivocada?

Vivimos en tiempos de confusión doctrinal, en donde el mundo entero busca la tan preciada “verdad” del evangelio. Ante esta demanda, muchos han salido por el mundo a anunciar su verdad, su evangelio, su fórmula de la verdad.

Sectas han proliferado, aprovechando una tremenda falencia existente en muchas personas: la falta de voluntad para comprobar que tan verdadero es lo que se está predicando.

Esta falta de voluntad se puede apreciar en distintas formas; desde la completa flojera para comprobar por sí mismos si lo que se dice es verdadero o no, hasta el cierre de mente y corazón a todo lo que cuestiona su fe ya implantada.

Ante esta situación conviene recordar la historia bíblica, la cual nos enseña cómo debemos recibir una predicación (sea de quién sea). En este caso, veremos cual fue la actitud de los hombres y mujeres de Berea, los cuales a pesar de tener arraigada su religión judía basada en la ley de Moisés, de todos modos se mostraron solícitos para recibir el mensaje cristiano, en este caso, de los labios del apóstol Pablo.

Esta historia se relata en Hechos 17: 10-12, y específicamente en verso 11 dice sobre los habitantes de Berea:

“Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.” (Hechos 17:11)

Cabe destacar dos actitudes notables de los de Berea respecto a la predicación de Pablo:

1) Recibieron la palabra “con toda solicitud”.
2) Escudriñaron las Escrituras cada día para comprobar la predicación de Pablo.

De este modo, en una situación de predicación, podemos notar tres tipos de creyentes que toman actitudes diferentes:

1) Los que no les interesa, no escudriñan, y rechazan el mensaje; como muchos de Tesalónica (Hechos 17:1-9).
2) Los que sí escudriñan y se interesan en el mensaje; como los de Berea.
3) Los que no escudriñan y reciben el mensaje livianamente; como los de Galacia (Gálatas 1:6).

Notemos que los judíos eran religiosos que conocían las Escrituras, y Pablo venía anunciando que Jesús es el Cristo. Ante este mensaje, los judíos de Tesalónica le rechazaron, pero los de Berea tomaron el mensaje y lo examinaron.

Este hecho les hizo ser “más nobles” que los de Tesalónica.

En contraste, los hermanos de Galacia recibieron el mensaje de un “evangelio diferente”, aceptándolo sin reparos.

Lo que ocurrió en Tesalónica se repite hoy en día. Muchas personas se aferran a su religión, o conjunto de doctrinas, las cuales se tornan incuestionables. Y si alguno cuestiona los aspectos de su fe, estas personas no dudarán en atacar a quien se atreva a plantear una idea distinta, así como atacaron a Pablo.

Así mismo, se repite el caso de Galacia, en donde muchos no se tomarán la molestia por analizar y escudriñar las Escrituras para ver si el mensaje que escucharon es verdadero o no; simplemente lo aceptarán y aunque el predicador diga: “Soy Jesucristo”, le creerán y le dirán “Amén” a un montón de aberraciones. Muchas sectas se han aprovechado de esto.

Gracias a Dios, también existen hoy en día hermanos que son nobles como los de Berea y que ante cualquier predicación (sea de alguien conocido o no), recibirán el mensaje, lo examinarán y comprobarán a través de las Escrituras si las cosas son así o no, con toda solicitud, y sin temor a cuestionamientos.

Entonces ¿Cómo recibirás el próximo mensaje o predicación que escuches o leas? ¿Te cerrarás como los de Tesalónica, te abrirás como los de Galacia o analizarás como los de Berea?

Dios te bendiga

La leche espiritual

leche-espiritualEn el artículo anterior, vimos el tema de la enseñanza fundamental que debe estar presente antes que toda otra enseñanza bíblica, con el fin de que un cristiano se pueda formar exitosamente en el camino del evangelio. Esta enseñanza se refiere a la doctrina de la gracia y la salvación.Ahora, si el cristiano ya tiene éste fundamento, se debe seguir construyendo, y para ello vamos a tomar el enfoque de un bebé que necesita ser alimentado, por lo cual, el elemento que viene después del fundamento de la salvación es la leche espiritual.

Cómo todos sabemos, los niños en sus primeros días de haber nacido, no están preparados para recibir alimento sólido, ya sean legumbres, carne, etc., sino, sólo deben beber leche maternal. Si éste niño no recibe leche, padecerá desnutrición con consecuencias fatales o de gravedad cuyas secuelas puedan perdurar para toda la vida.

Así como en el caso de los bebés, los cristianos cuando viven sus primeros días desde su nuevo nacimiento, deben desear y tomar leche espiritual, la cual debe ser no adulterada. Esta leche espiritual cumplirá la misión de hacer crecer para salvación a todo cristiano en sus primeros días, hasta que alcanzando madurez, puedan acceder a alimentarse con alimento sólido.

¿Y cuál es la leche espiritual?

Es toda enseñanza bíblica que trate de fundamentos básicos de la fe en cristiana, como por ejemplo, las doctrinas “del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno” (Hebreos 6:1-2). Todos estos temas se suponen deberían estar claros para todo cristiano que se considere maduro.

Después de la leche espiritual, el cristiano que ha crecido, debe comer alimento sólido, el cual se compone por enseñanzas no fundamentales o básicas, pero muy importantes para el desarrollo de su vida espiritual. En ésta categoría podemos encontrar enseñanzas que tocan muchos temas que son difíciles de asimilar para inexpertos, como el ecumenismo, los problemas de la iglesia en la era actual, la apologética cristiana, etc.

La actitud del recién convertido

El recién convertido debe tener una actitud de anhelo por la palabra de Dios, y centrarse en temas fundamentales de la fe, para luego pasar a los más complejos, o bien, secundarios. Así lo declara el apóstol Pedro:

“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.” (1 Pedro 2:1-3)

Nótese que la leche que el nuevo converso debe desear es una leche no adulterada, es decir, que no admite elementos extraños, como lo son por ejemplo, las diversas interpretaciones bíblicas erradas.

Evitando la leche adulterada

Para beber leche no adulterada, la mejor recomendación que podría hacerle a un nuevo cristiano es que lo primero que debe leer es la Biblia, y ésta, con oración, y sin ideas preconcebidas. Primeramente leer la Biblia en toda su pureza, y luego otros libros de teología, opiniones de otras personas, Internet, etc.

Es relativamente fácil inducir a un individuo a creer lo que uno quiere que crea, aún con Biblia en mano, aunque aquella enseñanza esté alejada de la verdad. Muchas personas leen la Biblia por primera vez, pero con ideas preconcebidas que le harán leer “gato”, aún cuando sus ojos vean “perro”. De ésta manera puede entrar fácilmente la adulteración en la leche de los lactantes espirituales, los cuales se verán expuestos a crecer con serios problemas de salud, y eso es notable en la vida de muchos religiosos que viven en una mentira.

Por lo tanto, al leer la Biblia, lo mejor que podemos hacer es un “formateo” de nuestro entendimiento preconcebido de lo que vamos a leer, y disponernos para recibir puramente lo que viene de parte de Dios, pero eso sí, con oración para no caer en el truco de “la interpretación a mi manera”. Luego vendrán las consultas a otros medios, pero no antes.

¿Para quién es la leche espiritual?

Está claro que la leche espiritual es para los recién convertidos, para aquellos que requieren comprender las enseñanzas fundamentales de nuestra fe.

¿Para quién NO es la leche espiritual?

La leche es sólo para los que han nacido de nuevo. Los que aún no reciben a Cristo, o los que dicen ser cristianos pero aún siquiera se han bautizado, simplemente aún no existen como nueva criatura ni tienen fundamento sobre el cual edificar. Por lo tanto, la leche no es para los que no han nacido de nuevo.

Por otro lado, los cristianos que ya llevan tiempo en el Evangelio y que ya tienen el fundamento claro y establecido, para su crecimiento ya no pueden seguir bebiendo leche, sino que deben comer alimento sólido.

¿Cómo saber si somos capaces de participar del alimento sólido? Simplemente comprobando que tan sólido es nuestro fundamento y si en la práctica podemos soportar el rigor del alimento sólido. Hay muchos que no soportan una buena y fuerte predicación, con palabras directas y enseñanza sin temores. Aquellos no son aptos ni han alcanzado madurez.

El apóstol Pablo reprochó a los corintios por su incapacidad de recibir enseñanzas del tipo “alimento sólido”, pues ya llevaban mucho tiempo y se involucraban en peleas infantiles entre ellos. Así lo expresó:

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3:1-4)

Si alguno lleva mucho tiempo en el evangelio, y aún no puede asimilar un buen plato de legumbres espirituales (como por ejemplo, el tema del ecumenismo), es considerado “inexperto en la palabra”, incapaz de discernir entre el bien y el mal:

“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Hebreos 5:12-14)

Y es necesario que crezcamos, una vez teniendo claras las enseñanzas básicas, dejando de darnos vueltas en ello para avanzar en más temáticas:

“Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.” (Hebreos 6:1-2)

Problemas en el crecimiento

Pongámonos en el caso de padres; ahora ¿Qué pasaría con nosotros si vemos que han pasado cinco años y nuestro hijo sigue siendo un bebé? ¿Nos preocuparíamos? Claro que sí. De la misma manera debe preocuparnos si vemos que los miembros de la iglesia de Cristo presentan casos de anomalías en cuanto a crecimiento, pues, espiritualmente debemos vernos al espejo de la Palabra de Dios y darnos cuenta de nuestro tamaño real delante de Dios. ¿Hemos crecido?

Por otro lado, muchos crecen en altura, pero son raquíticos, espiritualmente hablando. Esto también es un problema clásico con los cristianos que pasan de la leche al alimento chatarra o light, en vez del sólido.

El deber del enseñador

Es importante la labor de la persona que le enseñe al recién convertido, pues éste necesita que alguno más experimentado le guíe por el evangelio, como una madre que da de amamantar a sus hijos. Primero es la leche, después el alimento sólido. Jamás se le debe dar a una persona inexperta alimento sólido que lo pueda hacer decaer, pues puede tener el mismo efecto que en un bebé que coma porotos.

El enseñador debe estar atento al crecimiento de su hijo espiritual, pues éste debe crecer y desarrollarse hasta que pueda valerse por sí mismo, o más bien dicho, hasta que sepa valerse exclusivamente de Dios.

Conclusión

Debemos hacer las cosas en orden. Primero, tomamos leche, y después dejamos la mamadera para comer alimento sólido. Si realizamos nuestra vida espiritual en éste orden, creceremos sanos y fuertes. Si no lo hacemos así, desarrollaremos problemas de trastornos en el crecimiento, y enfermedades espirituales que nos pueden dejar en el camino.

Cada uno debe analizarse en cuanto a su crecimiento espiritual, y revisar qué está comiendo, ya sea, leche, alimento sólido, chatarra, o light.

Pregunta al cierre: ¿Hemos crecido?

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Como cristianos, somos responsables de transmitir lo que de gracia nos fue dado: Las buenas noticias del Cristo (Evangelio). De buenas noticias hay muchas dentro del evangelio: El Dios sanador, de milagros, que ayuda, etc.… pero lo más importante, lo fundamental de la buena noticia es la salvación gratuita para los perdidos, esto es, la doctrina de la gracia y salvación.Por lo tanto, partiendo desde aquella enseñanza fundamental, podemos partir la construcción de un edificio espiritual, ya seamos nosotros mismos, u otros a los cuales les estemos compartiendo la palabra de Dios.

Sin embargo, al compartir la palabra de Dios a los perdidos, muchas veces partimos desde otras enseñanzas secundarias que son muy buenas y aún bíblicas, sin embargo, no fundamentales. Por ejemplo, enseñar sobre las profecías del último tiempo es algo apasionante y puede entusiasmar a más de alguno, sin embargo, si este individuo novato no tiene fundamento, su entusiasmo profético no pasará a ser más que conocimiento vano, y su vida no sufrirá conversión alguna, y por lo tanto, no será salvo.

Del mismo modo, llama la atención que en diversos grupos de jóvenes cristianos, se enseña mucho sobre cuestiones no fundamentales, dirigiendo exhortaciones hacia temas como el desarrollo personal, la autoestima, el noviazgo, el trato hacia los padres, etc. Y todas estas exhortaciones son muy válidas y útiles, sin embargo, no son un buen punto de partida para aquellos que aún no son salvos.

He podido observar que en los jóvenes que han recibido enseñanzas secundarias sin poseer fundamento alguno, aquellas enseñanzas no pasan de la teoría, ya que en la práctica no llegan a ser mejores hijos, estudiantes ni se logran valorar a sí mismos. El cristianismo les es algo desconocido y lo asimilan como una práctica llena de religiosidad. Es como que aquellas enseñanzas secundarias, al no tener un fundamento sobre las cuales reposar, caen en el olvido y nunca llegan a la práctica.

Y es que el apóstol Pablo nos exhorta con una analogía en donde nosotros somos como edificios de Dios, los cuales tenemos un fundamento sobre el cual empezamos a sobreedificar:

“edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (Efesios 2:20-22)

“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1 Corintios 3:9-11)

Resultaría extraño ver a un maestro de la construcción tratando de colocar una ventana en el aire, o un techo sin que estén terminados los muros. Y no es que no importen las ventanas y el techo, pues ambos elementos deben estar presentes para que el edificio sea aprobado, sin embargo, no es lo primero que se debe construir. Primero se construye el fundamento, luego los muros, y finalmente las ventanas y el techo.

Así mismo, las enseñanzas secundarias como las profecías escatológicas, el misterio de la piedad, el desarrollo personal, etc., son importantes para los jóvenes, pero no se pueden realizar eficazmente sin contar primero con el fundamento de la enseñanza de la salvación.

Una persona salva es un terreno con fundamento, apto para la edificación. Pero una persona perdida, es un terreno sin fundamento, no apto para construcción, en la cual se debe cavar y trabajar para implantar un sólido fundamento.

Líder de jóvenes: ¿Estás enseñando bien? Pues sondea entre tus jóvenes y comprueba que tanto saben de la salvación. Una señal característica es el porcentaje de jóvenes bautizados en el grupo.

No pretendamos que un joven entienda aspectos como el misterio de la piedad, si ni siquiera se ha decidido a bautizarse, el primer paso práctico de todo salvo. La enseñanza debe realizarse en orden, empezando por lo primero, así como lo hizo Jesús mientras estuvo en esta tierra, en donde su primer mensaje a las multitudes fue: “…Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 4:17)

Dios te bendiga

La importancia de los niños para Dios

escuela-dominical-infantilHace 47 años, en un día como hoy, la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño el 20 de noviembre de 1959. Más tarde, el 20 de noviembre de 1990, aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño.

Era el reconocimiento que hacía el mundo en cuanto a la consideración e importancia que tienen los niños en nuestra sociedad, los cuales como es sabido, muchas veces son maltratados, pasados a llevar, no respetados y mirados en menos.

Sin embargo, mucho antes de que la Asamblea de las Naciones Unidas hiciera este importante reconocimiento en pleno siglo XX, hace como 2.000 años atrás alguien ya había dejado en claro lo importante que son los niños… estamos hablando de Jesucristo.

Veamos entonces 7 puntos en los cuales queda demostrada la importancia que tienen los niños para Dios según la Biblia:

1.- De los niños es el reino de Dios

“Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.” (Marcos 10:13-16)

De los niños es el reino de Dios ya que los niños son seres puros que no tienen pecado porque no tienen discernimiento ni conocimiento acerca del bien o del mal, al igual que Adán y Eva en el paraíso antes de su caída; lo cual los hace tener el camino libre hacia el cielo.

Esto también quiere decir que no necesitan de arrepentimiento, por lo tanto, no requieren de bautismo. Al respecto muchas personas se preguntan acerca del destino eterno de los niños que mueren sin el bautismo que propicia el catolicismo romano u otras iglesias o sectas… sin embargo, debemos de hacer caso a lo que dice la Biblia, y es clara al señalar que “el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:20).

Por lo tanto, si un niño fallece, su destino eterno es el cielo por cuanto de él es el reino de Dios. El bautismo y arrepentimiento es para pecadores, o sea, gente adulta como nosotros que pueden discernir entre el bien y el mal.

2.- Recibir y atender a un niño es como si se tratase del mismo Jesús

“Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.” (Mateo 18:5)

No solamente debemos de ser atentos con el pastor, obispo u otro personaje “importante” para nosotros, sino que Dios nos da a entender que un niño merece el mismo recibimiento como si se tratase de Él mismo.

3.- Dura advertencia para los que hagan tropezar a uno de estos pequeños que creen en Jesús

“Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.” (Mateo 18:6)

Ni hablar del destino de los personajes que pretendan enseñarle a un niño que su creencia en Dios es equivalente a creer en “papá Noel”. Ni hablar, el texto está más que claro. Si tú que has llegado a leer estas líneas no crees en Dios, quédate con tu fe para ti mismo si así lo quieres, pero a un niño mejor déjalo en paz.

4.-Jesús manda a no despreciar a los niños

“Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 18:10)

Cuantas veces los niños son despreciados, porco atendidos, poco escuchados… simplemente, no tomados en cuenta, ni aún por sus propios padres. Sin embargo un niño ¡tiene ángeles que ven el rostro de Dios!, algo de lo cual ninguno de nosotros – por más espiritual que sea – puede alardear.

5.- Jesús dijo que tenemos que ser como niños para entrar en su reino

“y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 18:3)

Si no nos volvemos y hacemos como niños – en cuanto a su humildad, fe y malicia – no podremos entrar al reino de los cielos, ya que estas de las cualidades que tienen los niños son indispensables para la vida cristiana.

6.- Dios escucha la alabanza de los niños

“Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! Se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?” (Mateo 21:15-16)

De la boca de los niños se perfecciona la alabanza a Dios. Ningún famoso cantante cristiano se puede igualar a un niño. El cántico de alabanza de un niño, que puede molestar a algunos adultos, es escuchado con mucha complacencia y atención allá arriba en los cielos.

7.- Un niño puede ser llamado por Dios para ejercer un ministerio

“Vino, pues, palabra de Jehová a mí [el profeta Jeremías], diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová.” (Jeremías 1:4-8)

Un niño también puede ser tomado en cuenta para ejercer un ministerio “de grandes” como el complejo ministerio de la profecía. Jeremías fue usado por Dios para ser profeta, aún siendo un niño que no conocía mucho ni tampoco sabía hablar muy bien.

¿Tú eres un niño? Entonces prepárate, porque no sabes si el Señor te puede llamar en este mismo momento para predicar su Palabra…

 

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Padres, pastores, iglesia: Tengan en mucha estima a los niños, pues ellos no sólo son el futuro de la Iglesia, sino más bien, son el presente. Así como el mundo le dio la importancia que se merecen con la firma de sus derechos, también nosotros debemos saber darles su lugar en todo lo que respecta al Evangelio de Dios, permitiendo que participen en todo lo que puedan.

Niño: Dios te bendiga, y recuerda que aunque seas pequeño en edad y estatura; aunque seas muy joven y te sientes que vales menos o que no tienes importancia en las cosas de Dios, recuerda lo que he escrito arriba, recuerda que Jesús te ama, y tiene tu vida en gran estima e incluso puede usarte en gran manera ahora mismo si te dispones en sus manos. ¡Eres muy importante para Dios!