No siento… ¿o no creo?
Este dicho sentimental se presenta en las más variadas circunstancias, entre las cuales podríamos mencionar:
“No siento de ir a predicar”
“No siento de ir a la iglesia”
“No siento de bautizarme”
“No siento de ofrendar”
“No siento de ir a visitar”
¿Te imaginas que tu padre llegara a fin de mes a tu casa, con el dinero de la paga de su trabajo, y dijese: “No siento dar el dinero para mi familia, mejor lo gasto con mis amigos”?
¿Y que tal si tu jefe te pide que le entregues un informe de ventas del mes, y tú recostado sobre tu escritorio le dices muy tranquilamente: “Jefe, no siento hacer ese informe”?
¿O si tu profesor te pide que le entregues la tarea que acordaron entregar hoy, y le dices: “lo que pasa es que no sentí hacer mi tarea”?
Estas tres últimas situaciones tienen algo en común respecto a los primeros enunciados, y algo que las separa: Las últimas son semejantes a las primeras en lo absurdo y porque todas representan una evasión a una obligación; pero son distintas porque sólo las primeras ocurren en la vida real (¡salvo raras excepciones!).
Y es que ese es el punto: Muchas de las cosas sobre las cuales se dice “no siento…”, no son acciones optativas, sino obligatorias.
Es decir, en la Biblia encontramos mandamientos, los cuales deben ser cumplidos. De tratarse de asuntos optativos sujetos al sentir de cada cual, ya no serían mandamientos, sino consejos o sugerencias. Pero ese no es el caso.
Toda obligación incumplida tiene su consecuencia: El padre que no provee a su familia y se va a gastar el sustento familiar con sus amigos, armará un grave conflicto familiar y su eventual ruptura. El empleado que no cumple con entregar su informe por no sentir hacerlo, es despedido, y el alumno que no entrega su tarea es mal calificado.
Las cosas se hacen por obediencia a los mandatos de Dios, no por que a mi se me da la gana con un sentimiento antojadizo y demoníaco. Si en verdad hacemos las cosas “por amor a Dios”, pues debemos hacer lo que Él nos manda.
“Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15)
El sentir para hacer es algo que suena atractivo para muchos; la escena espectacular de un fuego ardiendo en el corazón y una voz atronadora que viene del cielo diciéndonos: “¡Anda a predicar!”, es algo que muchos esperan para obedecer.
Sin embargo, si queremos oír una voz espectacular, que mejor que la voz de Dios en la Biblia, la cual declara el mandamiento de ir a predicar (Marcos 16:15), de congregarse (Hebreos 10:25), de bautizarse (Marcos 16:16), de ofrendar (1 Corintios 16:1-4), de ir a visitar a los que se encuentran en necesidad (Mateo 25:43), etc.
Si eres de los que desde hoy vivirán un evangelio movido por convicciones más que por emociones, pues te felicito. Pero el que insiste en “no sentir”, pues vaya que sí va a sentir las llamas del infierno… pues en realidad, el problema no es que no sienta, sino que no cree a lo que Dios manda en la Biblia.
Dios te bendiga
Anónimo
Brother, hermano cómo estas?
Esta exhortación a no dejarse llevar por lo que sientes sino a obedecer, creo muchos predicadores que he oído (digo muchos para no decir todos) lo han llevado muy lejos creando una obligación moral y ética basado nada menos, en la mayoría de los casos, en la obediencia a dogmas religiosos.
Creo que no es justo privar a las personas a sentir y no sentir. Eso es proselitismo religioso. Y le quitas al individuo la libertad de actuar sin coacción.
Estas palabras:
“Pero el que insiste en “no sentir”, pues vaya que sí va a sentir las llamas del infierno…”
Definitivamente es una atadura religiosa ó crees que un cristiano debe realizar buenas obras, aunque no lo sienta, para salvarse del infierno?
¿Valdrá de algo esas acciones bajo amenaza?
¿Definitivamente crees que el que
“No siente de ir a predicar”
“No siente de ir a la iglesia”
“No siente de bautizarme”
“No siente de ofrendar”
“No siente de ir a visitar” Este está listo para el infierno??
Ahora, personalemente creo que esto de “sentir hacer” habla de voluntad y decisiones. Entonces si las buenas obras de un cristiano no nacen de su voluntad y su propia decisión basada en sus convicciones (sentirlo – fe) ¿Que valor tendría esas acciones?
Predicar, orar, asistir a la iglesia, visitar no vale de nada sino nace de tu propia voluntad y lo haces sólo para cumplir mandamientos que te librarán del infierno.