Autoestima cristiana: ¿Está en la Biblia o es puro humanismo?

Autoestima cristiana ¿Está en la Biblia o es puro humanismo?

Hace años vi a un famoso predicador que en cierto momento mencionó que no le importaba la autoestima de quienes le escuchaban. Estaba claro que el concepto de autoestima no es algo que se comparte en todas las iglesias cristianas, y hasta el día de hoy aún genera desconfianza.

Algunos lo consideran un invento moderno del humanismo, otros encuentran en la Biblia un respaldo de manera implícita. Entonces, ¿es bíblico hablar de autoestima? ¿O es un concepto que no tiene nada que ver con el cristianismo?

¿Qué es la autoestima?

  • Es la valoración que tenemos sobre nosotros mismos, nuestras habilidades, características, logros y fracasos. Nos hace crear una identidad y juzgar si nos gusta o no.
  • No se trata de orgullo o egocentrismo, sino de reconocer que valemos como personas creadas por Dios.
  • Una autoestima sana hace que nos valoremos a nosotros y a los demás de manera equilibrada, esto es requisito fundamental para tener una vida plena.
  • Se desarrolla desde la niñez, a partir de las experiencias con nuestros más cercanos (padres, familia, educadores) donde vamos formando nuestra identidad.
  • La autoestima se suele clasificar en tres niveles: baja, inflada y saludable.

Autoestima baja

Es una valoración negativa de uno mismo y una falta de confianza en las propias habilidades y capacidades.

  • Inseguridad, poca confianza en habilidades y talentos.
  • Se sienten incompetentes.
  • Se sienten poco importantes.
  • Se sienten poco atractivas.
  • Suelen ser pesimistas y negativos.
  • Son muy críticos consigo mismos.
  • Son muy críticos con los demás como una forma de elevar de manera engañosa su autoestima encontrando fallas en las otras personas.
  • Evita los desafíos y riesgos.
  • Puede provocar ansiedad, depresión y trastornos alimentarios (anorexia, bulimia).
  • Problemas académicos en cuanto a concentración y motivación.
  • Propensos a adicciones para sentirse mejor consigo mismos.
  • Propensos a ceder ante la presión de grupo y malas influencias.
  • Problemas sociales en la interacción con los demás y la capacidad para establecer relaciones significativas familiares, de pareja o de amistades.

Un estudio publicado en la revista BMC Psychiatry (2024) encontró que los pacientes con trastornos depresivos tienen niveles significativamente más bajos de autoestima que la población general.[1]

Desde la psicología, se sabe que una baja autoestima puede llevar a conductas destructivas como la comparación constante, la necesidad de validación externa, el miedo al fracaso y la incapacidad de establecer relaciones saludables. Sin embargo, este tipo de actitudes también suelen disfrazarse de humildad.

Autoestima inflada

Es cuando hay un exceso de autoestima, una visión exagerada y poco realista de uno mismo, y una gran necesidad de admiración y atención de los demás.

  • Narcisismo.
  • Orgullo.
  • Arrogancia.
  • Egoísmo.
  • Falta de empatía, pues se centran demasiado en sus propias necesidades.
  • Poca tolerancia a la crítica porque se ve como una amenaza a su imagen.
  • Comportamiento impulsivo y riesgos sin medida.
  • Incapacidad para reconocer propias debilidades.

Autoestima saludable

Produce una percepción realista y objetiva de uno mismo, y se caracteriza por una aceptación positiva de las propias fortalezas y debilidades, así como una actitud constructiva hacia el desarrollo personal y la mejora continua.

  • Es una autoestima alta pero realista.
  • Da seguridad y confianza.
  • Personas optimistas y positivas.
  • Mayor capacidad de enfrentar desafíos y realización de metas.
  • Reconoce sus propias debilidades.
  • Aprenden de los errores y fracasos.
  • No se sienten amenazados frente a las críticas.
  • Buen trato a los demás, relaciones significativas.
  • Aprende a amar.

¿Está la autoestima en la Biblia? 

La palabra “autoestima” no aparece en la Biblia, siendo esta una de las principales críticas de quienes niegan este concepto. Sin embargo, tampoco aparecen las palabras “Biblia”, “Trinidad”, “Teología”, etc.

La ausencia del término autoestima no implica la ausencia del concepto. La Biblia contiene numerosos pasajes que apelan al valor del ser humano, a su dignidad como creación de Dios, y al llamado a amarse a uno mismo de forma sana y equilibrada.

Veamos algunos fundamentos de la autoestima en la Biblia:

  • Fuimos creados a imagen de Dios

Cada ser humano tiene un valor innato dado por Dios, que no depende de nuestras obras, de la opinión de otros ni de logros personales.

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” 

Génesis 1:27

  • Dios nos amó aun cuando éramos pecadores

El amor de Dios hacia nosotros no se basa en que “nos portemos bien” o seamos perfectos. Él nos consideró valiosos incluso en nuestra condición caída.

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”

Romanos 5:8

  • El mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo

Jesús enseñó que el amor propio saludable es la base para amar a los demás. No se refiere a egoísmo, sino a una correcta valoración de sí. No podemos amar a nuestro prójimo si no nos amamos a nosotros mismos.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Mateo 22:39

  • Dios no se agrada del menosprecio personal

Recordemos que Moisés (Éxodo 4:10) y Jeremías (Jeremías 1:6) se resistieron al llamado de Dios debido a su baja percepción de sí mismos. Dios no los felicitó por su “humildad”, sino que los corrigió y reafirmó su propósito para ellos.

La autoestima cristiana 

La verdadera autoestima cristiana no se basa en frases como “eres un campeón” o “tú puedes con todo”. Esto solo fomenta el orgullo y una autoestima inflada, es decir, la sobrevaloración de uno mismo, que desplaza a Dios y a los demás.

Una autoestima cristiana es una autoestima sana, y ésta se basa en verdades espirituales profundas:

  1. Dios me creó a propósito.
  2. Dios me amó antes de que yo hiciera algo para merecerlo.
  3. Dios me redimió con la sangre de su Hijo.
  4. Dios me llama por nombre y me da un propósito eterno.
  5. La autoestima cristiana reconoce que mi valor viene de Dios, no de mis méritos.

La autoestima cristiana no dice: “Yo soy mejor que todos”, sino: “Yo valgo porque Dios me hizo, me ama y tiene un propósito para mí”.

Cuando aprendemos estas verdades podemos caminar con seguridad, sin caer en la soberbia ni en la autocompasión.

Conclusión

La autoestima cristiana no es un invento del humanismo ni una moda psicológica. Es una respuesta bíblica y sana al valor que Dios otorga a sus hijos. Ignorar este aspecto puede llevarnos como cristianos a vivir vidas llenas de culpa, miedo y comparación, en lugar de libertad y gozo.

Por eso, aprender a vernos como Dios nos ve, no solo es correcto, sino necesario. No se trata de poner al “yo” en el centro, sino de alinear nuestra identidad con lo que Dios dice.

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras”

Efesios 2:10

 


[1] https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC12125014/

Deléitate en el Señor y él te concederá los deseos de tu corazón

Somos seres humanos con deseos y necesidades
que se transforman en peticiones para presentarlas a Dios en cada oración. Sabemos
que Dios nos escucha al momento de orar y que Él tiene el poder para oír esas oraciones,
y más aún, de conceder esas peticiones que vayan de acuerdo a su voluntad.
Esto es cierto, pero también hay que poner
atención a algunos otros aspectos para poder ver una petición concedida, y una
de esas claves está en el Salmo 37 versículo 4:

“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las
peticiones de tu corazón.” (Salmos 37:4)

Según este Salmo ¿Cómo Dios nos concederá las
peticiones de nuestro corazón? La respuesta es: deleitándonos en el Señor.
¿Qué significa “deleitarse en el Señor”?
Pues según el diccionario, “deleitarse” es
producir alegría o gozo, placer del ánimo. ¿Qué cosas te producen deleite? Piensa
en las cosas que más te gustan, como tu comida favorita, una piscina en verano,
o la compañía de esa persona tan especial para ti.
Entonces deleitarse en el Señor es alegrarse,
gozarse, encantarse, fascinarse por todo lo que es Dios. Significa disfrutar la
palabra de Dios, del estudio de la Biblia, de la oración, la alabanza, el
momento de congregarse y participar en el servicio de la iglesia, entre otras
cosas que tienen que ver con el Señor.
Cuando nos deleitamos en el Señor podemos estar
en una reunión de una iglesia con menos de diez hermanos, sin amplificación ni
hermanos que tocan instrumentos, con un predicador de cara poco amigable, al
cual poco se le entiende… sin embargo, aún así nos alegramos de estar ahí porque
sabemos que Dios también está presente, e incluso con un montón de necesidades,
descansamos en la voluntad del Señor.
¡Aburrido!
La iglesia, así como el evangelio, no es un
parque de diversiones. Sin embargo hacer ver el evangelio como algo rutinario y
aburrido es un error que nosotros mismos trasmitimos. El evangelio es vida, el
mensaje que predicamos es poder de Dios, y si estamos en la iglesia donde el
poder de Dios fluye a través de los cánticos de alabanza y a través de la
proclamación del evangelio ¿cómo podríamos aburrirnos? Así y todo podemos
darnos cuenta que muchas veces nos rodea el aburrimiento y la rutina como una
enfermedad infecciosa matando en nosotros el gozo en el Señor.
En los tiempos del Antiguo Testamento,
existieron sacerdotes que tenían el privilegio de servir ante el altar de Dios
y ministrar al pueblo. Sin embargo, muchos de ellos no valoraron este servicio y
en vez de deleitarse en el Señor, se aburrieron de lo que hacían. ¿Qué pasó?
Pasó que empezaron a servir a Dios, ya no como en sus inicios; ya no había
entusiasmo, más bien fastidio. Y empezaron a ofrecer un servicio cada vez más
mediocre, y sus ofrendas eran cada vez peores.

“Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es
esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado,
o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano?
dice Jehová.” (Malaquías 1:13)

Que no nos invada la rutina, la religiosidad ni
el aburrimiento. Procuremos que el poder del evangelio nos llene de vida cada
día.
¿Deleitarme yo?
Otro enemigo del deleite en el Señor es ese
gran problema que estamos atravesando que no nos deja levantar cabeza, que nos
entristece y que carcome nuestras esperanzas. Cuando todo va bien, deleitarnos
o alegrarnos en Dios no es ninguna ciencia, pero cuando estamos en un mal
momento, se convierte en un gran desafío para el cristiano, el cual sin duda todos
hemos vivido o hemos de vivir.
Deleitarse en medio de la necesidad implica la
presencia de fe, confianza en Dios y en su voluntad. Si confiamos en él y
decidimos deleitarnos en él, las peticiones de nuestro corazón van bien
encaminadas.
Preguntas:
  • ¿Te deleitas en la oración? ¿Te fascina o te
    aburre?
  •  ¿Te deleitas en el estudio de la palabra de
    Dios? ¿Te fascina o te aburre?
     
  • ¿Te deleitas en la alabanza? ¿Te fascina o te
    aburre?
  •  ¿Te deleitas al ir a la iglesia? ¿Te fascina
    o te aburre?
  •  ¿Te deleitas al servir al Señor? (aseo,
    prédica, portero,…) ¿Te fascina o te aburre?

Si
no nos deleitamos, no viviremos un evangelio verdadero, por lo tanto:
  • ·        
    Nuestras peticiones no serán concedidas.
  • ·        
    Estaremos aburridos, amargados y tristes.

¿Quieres
que Dios te conceda las peticiones de tu corazón? Deléitate en el Señor, y él
lo hará.

Dios
te bendiga

De la abundancia del corazón habla la boca

De la abundancia del corazón habla la boca

En tiempos donde muchos dicen tener una religión, pero sus vidas están totalmente alejadas de la vida cristiana, quizá alguna vez te has preguntado ¿será cierto que soy verdaderamente cristiano? ¿estará lleno mi corazón de Dios?

Nuestro corazón (en el sentido figurado, claro) se encarga de almacenar las cosas que amamos y las que no; cosas que se mantienen en el interior, pero que en algún momento se harán manifiestas hacia los demás por cualquiera de las vías que Dios nos ha dado para comunicar.

Una de las vías de comunicación más notorias para expresar lo que hay en nuestro corazón es el habla, y de eso habla este versículo bíblico:

“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (Lucas 6:45)

Estas son palabras que Jesucristo enseñó a sus discípulos y religiosos de su época sobre el origen de las palabras que pronunciamos a diario.

Lo que hablamos es reflejo de lo que tenemos dentro, de lo que está lleno nuestro corazón. Por ejemplo, si en nuestro corazón abunda la pasión por los automóviles, pasaríamos hablando todo el día sobre eso, y aburrir sin compasión a quien no está interesado en el tema.

Pero la boca no es la única que habla por nosotros. En nuestros tiempos existen otras formas de hablar. Por ejemplo, las redes sociales, tales como Youtube, Facebook, Twitter, etc., son medios por los cuales nos comunicamos y vienen a ser como nuestras bocas que hablan hacia el mundo entero, y que muestran lo que somos verdaderamente.

Por lo tanto, tomando este versículo, podríamos decir: “De la abundancia del corazón habla tu Facebook“.

¿Qué es lo que habla tu Facebook sobre ti? ¿Qué cosas tienes en tu perfil? ¿Qué cosas publicas? Mira por un momento tus comentarios, estados y fotos. Si en tus estados publicas cosas de Dios, cosas positivas,
cosas alegres, cosas que edifican, seguramente en tu corazón está Dios. Pero si en tus publicaciones, estados y perfil hay pesimismo, chismes, comentarios quejumbrosos y tóxicos, y más encima hay que buscar como quién busca un tesoro escondido alguna cosa de Dios, es porque realmente tienes un problema si te crees cristiano.

Ya ves, para comprobar si eres cristiano, analiza tu corazón y ve cuan lleno de Dios está. Lo podrás comprobar con lo que comunicas a diario, con lo que hablas con tu boca, con tus actitudes y con tus publicaciones en las redes sociales. Todo lo que comunica de ti demuestra lo que eres, lo que tienes en tu corazón.

Dios te bendiga.

aborto

El aborto: ¿Qué opina Dios del aborto a través de la Biblia?

Este artículo está centrado netamente en el punto de vista bíblico respecto a este tema tan contingente en nuestra sociedad. Creo que se necesitarán más posts para poder hacer un análisis más amplio del tema, considerando los muchos factores que lo afectan.

Dedicado especialmente para José Luís Vega P, quién en octubre pasado manifestó su interés por este tema, además de la adoración (ya viene este más adelante). Mis disculpas por la tardanza, pero aquí va, todas sus opiniones son bienvenidas.

Todo el mundo opinando sobre el aborto…

¿Y usted que opina el aborto? Preguntas como éstas se hacen unos con otros, debatiendo en cuanto foro existe. Es un tema muy complejo, y al respecto ya tenemos opiniones de bastante gente. Sin embargo, parece que al mundo se le ha olvidado preguntar al mismísimo dueño de la vida: Dios.

¿Qué dice Dios al respecto? No es necesario que Dios te de una respuesta audible o visual, no es necesario que un ángel del cielo venga con gran estruendo a comunicarte la opinión de Dios; todo lo que necesitas es una Biblia.

En la Biblia podemos encontrar todas las respuestas; podemos saber que es lo que Dios piensa, su carácter y su forma de actuar.

Entonces veamos lo que la Biblia dice:

1.- En la Biblia no dice explícitamente “No abortarás”, pero sí dice “No matarás”

No matarás.” (Éxodo 20:13)
“… no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío.” (Éxodo 23:7)

Cuando se está cometiendo un aborto se está matando a un ser inocente. ¿Y cómo negar esta afirmación? Definitivamente cuando se está abortando se le está dando muerte a un ser vivo ¿Y ese ser vivo acaso no es un ser humano? Y si estoy matando a un ser humano, me convierto en un homicida; y la Biblia dice:

“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:8)

Ahora, lo más terrible de todo esto es que no solamente estamos hablando de matar a un ser humano, sino de matar a un inocente.

¿Matando a un inocente? ¡Claro! ¿Acaso fue culpa del niño su gestación? ¿Él pidió venir al mundo? No. El niño no pidió venir al mundo ni ha cometido mal alguno. Más bien, los responsables de la situación son los padres biológicos (o por lo menos uno de ellos), pero en ningún caso la culpa recae en el niño. ¿Qué culpa tiene la criatura por nacer?

2.- Dios nos conoce desde que somos embriones y ya tiene un plan para los niños aún no nacidos.

Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.” (Salmo 139:16)

El salmista declara que aún en el vientre de su madre, los ojos de Dios ya estaban en él, aún cuando solamente era un embrión. ¡Dios nos tiene en cuenta aún cuando somos embriones!

¿Qué es un embrión?
Veamos cual es la definición de “embrión” según la RAE:

“1. m. Ser vivo en las primeras etapas de su desarrollo, desde la fecundación hasta que el organismo adquiere las características morfológicas de la especie. 2. m. En la especie humana, producto de la concepción hasta fines del tercer mes del embarazo.”

Cuando nos referimos a “embrión” estamos hablando del ser que ni siquiera está visiblemente desarrollado; es el ser que se forma en las primeras etapas del embarazo. Y es aquí donde se cometen muchos abortos, ya que los abortistas consideran que un embrión no es un ser humano al que se le deba considerar como tal… pero Dios tiene en cuenta a esos diminutos seres como personas y desde ya nos conoce como personas.

Así es, siendo embriones o fetos, Dios ya nos estaba mirando y ya tenía planes para nuestras vidas. Como ejemplo de ello, podemos citar las palabras del profeta Jeremías y del apóstol Pablo, los cuales tenían un plan trazado para sus vidas desde el vientre de sus madres.

Dios conoció y santificó al profeta Jeremías antes de que este se formase en el vientre de su madre. Su plan ya estaba trazado: Ser profeta a las naciones.

“Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.” (Jeremías 1:4-5)

Veamos lo que dice el apóstol Pablo acerca de sí mismo:

“Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles…” (Gálatas 1:15-16)

Dios apartó al apóstol desde el vientre de su madre, para que cuando naciese y fuere grande, fuese el apóstol que predicó a Cristo a todo el mundo.

Si Dios conoce y tiene un plan de vida para ese niño que se está gestando, ¿Quién se podrá atrever a interrumpir la obra de Dios?


3.- Solo Dios puede impedir un nacimiento

“Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero. Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre? ” (Génesis 30:1-2)

El poder dar a luz o no hacerlo no es “un derecho” de las madres, sino es una facultad que solamente tiene Dios en su poder. Solo él puede otorgar o impedir el fruto del vientre.

4.- Es el mismo Dios quien nos forma desde el vientre materno

“Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre.” (Salmo 139:13)

“Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí.” (Isaías 44:2)

El proceso de multiplicación de células, creación de órganos, arterias, extremidades; todo ese proceso lo hace Dios. ¿Quién se atreve a interrumpir este proceso destruyendo y matando lo que Dios estaba construyendo?

5.- En la ley de Moisés se pagaba vida por vida un aborto provocado

“Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida.” (Éxodo 21:22-23)

Si bien la ley de Moisés era sólo aplicable en los tiempos del Antiguo Testamento (antes de Jesucristo), hago mención de esto pues esta ley nos deja una enseñanza de fondo universal: Dios le da tanta validez a la vida de un ser nacido como a uno no nacido. Si un hombre mataba a espada a otro hombre, el tal debía se muerto a espada también; así mismo un hombre que provocaba un aborto él debía pagar con su vida, dejando como lección que la vida de ese niño es tan importante como la de un ser nacido y adulto.

En resumen… ¿Qué crees que opina Dios de todo esto? ¿Qué opinará al ver que se derrama sangre inocente? Esto es lo que opina:

“Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente.” (Proverbios 6:16-17)

El aborto es aborrecible para Dios. ¿Alguna duda?