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La leche espiritual

leche-espiritualEn el artículo anterior, vimos el tema de la enseñanza fundamental que debe estar presente antes que toda otra enseñanza bíblica, con el fin de que un cristiano se pueda formar exitosamente en el camino del evangelio. Esta enseñanza se refiere a la doctrina de la gracia y la salvación.Ahora, si el cristiano ya tiene éste fundamento, se debe seguir construyendo, y para ello vamos a tomar el enfoque de un bebé que necesita ser alimentado, por lo cual, el elemento que viene después del fundamento de la salvación es la leche espiritual.

Cómo todos sabemos, los niños en sus primeros días de haber nacido, no están preparados para recibir alimento sólido, ya sean legumbres, carne, etc., sino, sólo deben beber leche maternal. Si éste niño no recibe leche, padecerá desnutrición con consecuencias fatales o de gravedad cuyas secuelas puedan perdurar para toda la vida.

Así como en el caso de los bebés, los cristianos cuando viven sus primeros días desde su nuevo nacimiento, deben desear y tomar leche espiritual, la cual debe ser no adulterada. Esta leche espiritual cumplirá la misión de hacer crecer para salvación a todo cristiano en sus primeros días, hasta que alcanzando madurez, puedan acceder a alimentarse con alimento sólido.

¿Y cuál es la leche espiritual?

Es toda enseñanza bíblica que trate de fundamentos básicos de la fe en cristiana, como por ejemplo, las doctrinas “del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno” (Hebreos 6:1-2). Todos estos temas se suponen deberían estar claros para todo cristiano que se considere maduro.

Después de la leche espiritual, el cristiano que ha crecido, debe comer alimento sólido, el cual se compone por enseñanzas no fundamentales o básicas, pero muy importantes para el desarrollo de su vida espiritual. En ésta categoría podemos encontrar enseñanzas que tocan muchos temas que son difíciles de asimilar para inexpertos, como el ecumenismo, los problemas de la iglesia en la era actual, la apologética cristiana, etc.

La actitud del recién convertido

El recién convertido debe tener una actitud de anhelo por la palabra de Dios, y centrarse en temas fundamentales de la fe, para luego pasar a los más complejos, o bien, secundarios. Así lo declara el apóstol Pedro:

“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.” (1 Pedro 2:1-3)

Nótese que la leche que el nuevo converso debe desear es una leche no adulterada, es decir, que no admite elementos extraños, como lo son por ejemplo, las diversas interpretaciones bíblicas erradas.

Evitando la leche adulterada

Para beber leche no adulterada, la mejor recomendación que podría hacerle a un nuevo cristiano es que lo primero que debe leer es la Biblia, y ésta, con oración, y sin ideas preconcebidas. Primeramente leer la Biblia en toda su pureza, y luego otros libros de teología, opiniones de otras personas, Internet, etc.

Es relativamente fácil inducir a un individuo a creer lo que uno quiere que crea, aún con Biblia en mano, aunque aquella enseñanza esté alejada de la verdad. Muchas personas leen la Biblia por primera vez, pero con ideas preconcebidas que le harán leer “gato”, aún cuando sus ojos vean “perro”. De ésta manera puede entrar fácilmente la adulteración en la leche de los lactantes espirituales, los cuales se verán expuestos a crecer con serios problemas de salud, y eso es notable en la vida de muchos religiosos que viven en una mentira.

Por lo tanto, al leer la Biblia, lo mejor que podemos hacer es un “formateo” de nuestro entendimiento preconcebido de lo que vamos a leer, y disponernos para recibir puramente lo que viene de parte de Dios, pero eso sí, con oración para no caer en el truco de “la interpretación a mi manera”. Luego vendrán las consultas a otros medios, pero no antes.

¿Para quién es la leche espiritual?

Está claro que la leche espiritual es para los recién convertidos, para aquellos que requieren comprender las enseñanzas fundamentales de nuestra fe.

¿Para quién NO es la leche espiritual?

La leche es sólo para los que han nacido de nuevo. Los que aún no reciben a Cristo, o los que dicen ser cristianos pero aún siquiera se han bautizado, simplemente aún no existen como nueva criatura ni tienen fundamento sobre el cual edificar. Por lo tanto, la leche no es para los que no han nacido de nuevo.

Por otro lado, los cristianos que ya llevan tiempo en el Evangelio y que ya tienen el fundamento claro y establecido, para su crecimiento ya no pueden seguir bebiendo leche, sino que deben comer alimento sólido.

¿Cómo saber si somos capaces de participar del alimento sólido? Simplemente comprobando que tan sólido es nuestro fundamento y si en la práctica podemos soportar el rigor del alimento sólido. Hay muchos que no soportan una buena y fuerte predicación, con palabras directas y enseñanza sin temores. Aquellos no son aptos ni han alcanzado madurez.

El apóstol Pablo reprochó a los corintios por su incapacidad de recibir enseñanzas del tipo “alimento sólido”, pues ya llevaban mucho tiempo y se involucraban en peleas infantiles entre ellos. Así lo expresó:

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3:1-4)

Si alguno lleva mucho tiempo en el evangelio, y aún no puede asimilar un buen plato de legumbres espirituales (como por ejemplo, el tema del ecumenismo), es considerado “inexperto en la palabra”, incapaz de discernir entre el bien y el mal:

“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Hebreos 5:12-14)

Y es necesario que crezcamos, una vez teniendo claras las enseñanzas básicas, dejando de darnos vueltas en ello para avanzar en más temáticas:

“Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.” (Hebreos 6:1-2)

Problemas en el crecimiento

Pongámonos en el caso de padres; ahora ¿Qué pasaría con nosotros si vemos que han pasado cinco años y nuestro hijo sigue siendo un bebé? ¿Nos preocuparíamos? Claro que sí. De la misma manera debe preocuparnos si vemos que los miembros de la iglesia de Cristo presentan casos de anomalías en cuanto a crecimiento, pues, espiritualmente debemos vernos al espejo de la Palabra de Dios y darnos cuenta de nuestro tamaño real delante de Dios. ¿Hemos crecido?

Por otro lado, muchos crecen en altura, pero son raquíticos, espiritualmente hablando. Esto también es un problema clásico con los cristianos que pasan de la leche al alimento chatarra o light, en vez del sólido.

El deber del enseñador

Es importante la labor de la persona que le enseñe al recién convertido, pues éste necesita que alguno más experimentado le guíe por el evangelio, como una madre que da de amamantar a sus hijos. Primero es la leche, después el alimento sólido. Jamás se le debe dar a una persona inexperta alimento sólido que lo pueda hacer decaer, pues puede tener el mismo efecto que en un bebé que coma porotos.

El enseñador debe estar atento al crecimiento de su hijo espiritual, pues éste debe crecer y desarrollarse hasta que pueda valerse por sí mismo, o más bien dicho, hasta que sepa valerse exclusivamente de Dios.

Conclusión

Debemos hacer las cosas en orden. Primero, tomamos leche, y después dejamos la mamadera para comer alimento sólido. Si realizamos nuestra vida espiritual en éste orden, creceremos sanos y fuertes. Si no lo hacemos así, desarrollaremos problemas de trastornos en el crecimiento, y enfermedades espirituales que nos pueden dejar en el camino.

Cada uno debe analizarse en cuanto a su crecimiento espiritual, y revisar qué está comiendo, ya sea, leche, alimento sólido, chatarra, o light.

Pregunta al cierre: ¿Hemos crecido?

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Como cristianos, somos responsables de transmitir lo que de gracia nos fue dado: Las buenas noticias del Cristo (Evangelio). De buenas noticias hay muchas dentro del evangelio: El Dios sanador, de milagros, que ayuda, etc.… pero lo más importante, lo fundamental de la buena noticia es la salvación gratuita para los perdidos, esto es, la doctrina de la gracia y salvación.Por lo tanto, partiendo desde aquella enseñanza fundamental, podemos partir la construcción de un edificio espiritual, ya seamos nosotros mismos, u otros a los cuales les estemos compartiendo la palabra de Dios.

Sin embargo, al compartir la palabra de Dios a los perdidos, muchas veces partimos desde otras enseñanzas secundarias que son muy buenas y aún bíblicas, sin embargo, no fundamentales. Por ejemplo, enseñar sobre las profecías del último tiempo es algo apasionante y puede entusiasmar a más de alguno, sin embargo, si este individuo novato no tiene fundamento, su entusiasmo profético no pasará a ser más que conocimiento vano, y su vida no sufrirá conversión alguna, y por lo tanto, no será salvo.

Del mismo modo, llama la atención que en diversos grupos de jóvenes cristianos, se enseña mucho sobre cuestiones no fundamentales, dirigiendo exhortaciones hacia temas como el desarrollo personal, la autoestima, el noviazgo, el trato hacia los padres, etc. Y todas estas exhortaciones son muy válidas y útiles, sin embargo, no son un buen punto de partida para aquellos que aún no son salvos.

He podido observar que en los jóvenes que han recibido enseñanzas secundarias sin poseer fundamento alguno, aquellas enseñanzas no pasan de la teoría, ya que en la práctica no llegan a ser mejores hijos, estudiantes ni se logran valorar a sí mismos. El cristianismo les es algo desconocido y lo asimilan como una práctica llena de religiosidad. Es como que aquellas enseñanzas secundarias, al no tener un fundamento sobre las cuales reposar, caen en el olvido y nunca llegan a la práctica.

Y es que el apóstol Pablo nos exhorta con una analogía en donde nosotros somos como edificios de Dios, los cuales tenemos un fundamento sobre el cual empezamos a sobreedificar:

“edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (Efesios 2:20-22)

“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1 Corintios 3:9-11)

Resultaría extraño ver a un maestro de la construcción tratando de colocar una ventana en el aire, o un techo sin que estén terminados los muros. Y no es que no importen las ventanas y el techo, pues ambos elementos deben estar presentes para que el edificio sea aprobado, sin embargo, no es lo primero que se debe construir. Primero se construye el fundamento, luego los muros, y finalmente las ventanas y el techo.

Así mismo, las enseñanzas secundarias como las profecías escatológicas, el misterio de la piedad, el desarrollo personal, etc., son importantes para los jóvenes, pero no se pueden realizar eficazmente sin contar primero con el fundamento de la enseñanza de la salvación.

Una persona salva es un terreno con fundamento, apto para la edificación. Pero una persona perdida, es un terreno sin fundamento, no apto para construcción, en la cual se debe cavar y trabajar para implantar un sólido fundamento.

Líder de jóvenes: ¿Estás enseñando bien? Pues sondea entre tus jóvenes y comprueba que tanto saben de la salvación. Una señal característica es el porcentaje de jóvenes bautizados en el grupo.

No pretendamos que un joven entienda aspectos como el misterio de la piedad, si ni siquiera se ha decidido a bautizarse, el primer paso práctico de todo salvo. La enseñanza debe realizarse en orden, empezando por lo primero, así como lo hizo Jesús mientras estuvo en esta tierra, en donde su primer mensaje a las multitudes fue: “…Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 4:17)

Dios te bendiga

¿Por qué Jesús murió en la cruz?

¿Por qué Jesús murió en la cruz?
Para dar ejemplo de entrega y amor
Para demostrar su poder al resucitar
Para trascender como mártir
Para pagar nuestra condena
Otro motivo
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¿Alguna vez te has preguntado por qué Jesús, el Hijo de Dios, tuvo que morir crucificado? ¿Por qué no pudo morir de alguna otra causa menos dolorosa? ¿Por qué no pudo morir de vejez?

Lo cierto es que en el mundo se tiende a dar por hecho esta situación, pero no se reflexiona sobre ello. Vemos los tradicionales filmes de “semana santa” con mucha emotividad, observando cómo Jesús sufre tormentos en manos de hombres pecadores hasta llegar a la muerte en la cruz.

El mundo sabe más menos lo que sufrió Cristo, o sea, se conoce el “como” de su sacrificio, pero hay un gran desconocimiento en cuanto a lo más importante: el “porqué” de su sacrificio, esto es, su propósito.

Ante esto, la Palabra de Dios nos dice que era necesario que Jesús hiciese todo lo que hizo:

“Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.” (Lucas 24:7)

Pero… ¿Por qué era tan necesario?

Ante la interrogante del por qué Cristo murió en la cruz, surgen por lo menos cuatro tipos de respuestas:

a) Para darnos un ejemplo de entrega por amor a la humanidad.
b) Para poder resucitar y demostrar que tiene poder sobre la muerte.
c) Para que él y su mensaje tuvieran trascendencia a través de los tiempos.
d) Para pagar la condena que Dios dictó sobre la humanidad.

Si bien más de una de las respuestas tienen algún grado de certeza, sólo una responde satisfactoriamente la pregunta.

Pensemos bien: ¿Por qué Dios Padre tuvo que tomarse la molestia de enviar a su Hijo a este mundo a sufrir y a morir en una cruz?

Sin duda tuvo que tener un motivo muy poderoso, pues ningún padre sería capaz de enviar a su hijo a sacrificarse porque sí. Tuvo que ser una situación urgente, apremiante, en donde no había otra salida.

Bien, analicemos las respuestas:

a) Para darnos un ejemplo de entrega por amor a la humanidad

¿Sería este el motivo tan urgente por el cual el Dios de la gloria tuvo que abandonar su trono y tomar forma humana para morir en la cruz? No lo creo.

Así y todo, Jesús siempre fue un ejemplo de entrega y de amor hacia la humanidad, pues durante todos sus días se preocupó de sanar a los enfermos, ayudar a los necesitados, etc. ¿Tendría que morir en la cruz para demostrar un buen ejemplo? No era necesario. Jesús pudo morir de viejo e igual hubiese sido reconocido como todo un ejemplo en entrega, así como muchos hombres y mujeres que son recordados por su gran trabajo social.

b) Para poder resucitar y demostrar que tiene poder sobre la muerte

Cristo no necesita demostrarle nada a nadie, sobre todo si él mismo resucitaba muertos.
¿Acaso Dios estaba tan urgentemente necesitado de que los hombres le creyeran que él podía resucitar? Esto nunca ha sido así.

c) Para que él y su mensaje tuvieran trascendencia a través de los tiempos.

Algunos creen que Jesús tuvo que sacrificarse en la cruz para ser recordado a través de la historia, al mismo nivel que otros hombres que al ser martirizados han impactado profundamente a las generaciones que vinieron después de ellos.

Sin embargo, Jesús no era un simple hombre; era el Hijo de Dios, el Dios encarnado, por lo cual no necesitaba morir trágicamente para ser recordado como otros hombres mortales, pues Cristo aún vive e incluso antes que Abraham fuese, él era (Juan 8:58).

¿Acaso el mundo entero hubiese olvidado a Dios si Jesús no hubiera muerto? Claro que no, su palabra nunca pasará (Marcos 13:31).

d) Para pagar la condena que Dios dictó sobre la humanidad

Sí, esta es la respuesta correcta.
Jesús murió en la cruz para pagar la condena que Dios dictó sobre la humanidad.

¿Pagar la condena? ¿Qué condena? ¿Dios dictó una condena? ¿Sobre la humanidad? O sea, ¿Hay una condena sobre nosotros?

Preguntas como estas deberían surgir de inmediato, si es que en alguna manera nos importa nuestra alma y la vida eterna.

Vamos a explicar la situación:

Hay una condena sobre la humanidad

Por causa del pecado, el mundo está condenado y bajo el maligno:

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23)

“Sabemos que somos de Dios [cristianos], y el mundo entero está bajo el maligno.” (1 Juan 5:19)

La sentencia de la condena es la muerte:

“Porque la paga del pecado es muerte…” (Romanos 6:23)

Por lo tanto: Hay una condena por causa del pecado cuyo pago es la muerte. Como todos hemos pecado, toda la humanidad esta condenada a sufrir eternamente en la muerte segunda: el lago de fuego. O sea, ¡ninguno puede entrar al cielo!

Pero como Dios es misericordioso, nos proveyó de un modo por el cual pudiésemos ser salvos de la condenación eterna. Y nos dio un salvador, y ese es Jesucristo.

Necesitamos un salvador que nos quite esta condena

Sólo Jesucristo nos pudo salvar:

“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” (Mateo 1:21)

Sí, Jesús (“Salvador”) fue enviado para salvarnos de nuestros pecados que nos estaban condenando.

¿Cómo nos salva?

Para salvarnos, él mismo tuvo que pagar nuestra condena, esto es la muerte. No se podía deshacer esta condena; alguien debía pagarla. Jesús nos amó tanto que él mismo puso su vida por nosotros. ¡Él pagó nuestra cuenta!

¿Y por qué no pudo morir de esa forma? ¿Por qué tuvo que derramar su sangre?

Jesús no pudo dar su vida de otra forma sin derramar su sangre. Esto es porque la sangre de Cristo tiene el poder de purificar y de limpiar los pecados de todos aquellos que se acerquen a él:

“Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión [perdón].” (Hebreos 9:22)

“pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:7)

Si Jesús no hubiese derramado su sangre, si yo me arrepiento de mis pecados, no tendría perdón, porque para eso se necesita la sangre.

Por lo tanto, si aceptamos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, ya fuimos limpios y libres del pecado y de la muerte:

“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:22-23)

¿Y tú? ¿Ya fuiste limpio de tus pecados?

La pregunta obvia es: ¿Eres limpio de tus pecados por la sangre de Cristo? ¿Aceptaste a Cristo como tu Señor y Salvador?

Esto es muy importante, pues si no eres limpio de tus pecados, no podrás entrar en el reino de los cielos.

Así que decídete, la sangre de Cristo aún está fluyendo limpiando de todo pecado, haciendo que todas las almas que le reciben sean purificadas y aptas para entrar en su reino.

No hay otra forma. Si yo tengo muchas buenas obras y no he recibido a Cristo, mis obras no me salvarán, pues aún no he sido limpio de mis pecados.

¿Quieres recibir a Jesús como tu Señor y Salvador?

¿Quieres que su castigo de muerte por tus pecados quede saldado con el sacrificio de Cristo en la cruz? ¿Estás dispuesto a servirle? ¿Crees que Dios le levantó de los muertos y ha resucitado, todo esto por amor a ti?

Si es así y si lo haz creído en tú corazón, ahora te invito a que lo confieses haciendo una pequeña oración como esta, en donde quiera que te encuentres (no tiene que ser necesariamente textual):

Dios, he leído tu palabra y reconozco que soy un pecador(a). Te pido que perdones todos mis pecados, creo que Jesucristo murió y resucitó para limpiar mis pecados con su preciosa sangre y darme vida eterna. Estoy dispuesto a dejar mis pecados, te invito para que vengas a mi corazón y me transformes para vivir para ti. Señor Jesús, te recibo como mi único Señor y Salvador personal.
Gracias por recibirme como tu hijo(a), gracias por darme vida eterna desde este momento, en el nombre del Señor Jesús, Amén.

Si hiciste esto, pues ¡Ya eres salvo! La sangre de Jesús ha actuado por la fe para limpiarte de todos tus pecados, y con ello, has iniciado una nueva vida. ¡Nunca mires atrás y sigue adelante!

Dale gracias a Dios por su gran misericordia, pues nos ha limpiado de todos nuestros pecados que nos condenaban y ha pagado toda nuestra deuda… ¡Gracias!

¡Dios te bendiga!

La seguridad de la salvación del cristiano

EstadisticaHace como tres meses, publicamos el post “¿Quieres ser salvo?”, en el cual se incluyó una encuesta preguntando ¿Eres salvo?

Los resultados son los que se muestran en la imagen: el 70% dijo que Sí, el 20% dijo no saber, y el restante 10% dijo que No.

Veamos entonces que conclusiones podemos sacar al respecto.

Podemos concluir que un 70% de los encuestados, si el día final fuese hoy y lograron perseverar hasta ahora, se irán a la vida eterna con Cristo. Pero de los que dijeron que no sabían y de los que no se consideran salvos (30%), ninguno de ellos podría alcanzar la vida eterna con Cristo. Sí, aún los que están inseguros, pues eso es indicio de que no han comprendido lo que es ser salvo por la fe en Cristo, quizá siendo esclavos de alguna religión o secta que no los llevarán a nada bueno…

Es un hecho de que hay personas que consideran que no se puede estar seguro de su salvación hoy, y creen estar en lo correcto.

Pero ¿sabes que es la salvación? Si no lo sabes, lee esto antes de avanzar

Ahora veamos lo que dice la Biblia:

1.- La Biblia enseña que AHORA somos salvos (tiempo presente), los que hemos aceptado a Jesús como Señor y Salvador:

En estos textos se enfatiza que ahora tenemos salvación, sin dejar lugar a duda:

“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”
(1 Juan 5:11-13)

¿Podemos saber si ahora tenemos vida eterna? ¿Podemos saber si somos salvos? ¡Claro que sí! Juan nos dice que ha escrito estas cosas (a los cristianos) para que sepamos que tenemos vida eterna, o sea, que somos salvos.

Algunos textos más…

“Porque en esperanza fuimos salvos…” (Romanos 8:24)

“aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.” (Efesios 2:5-6)

Al estar seguro de la salvación una vez recibida, estamos validando la obra completa redentora de Cristo cuando dijo: “Consumado es” (Juan 19:30). Es decir, no necesitamos nada más para tener salvación, sólo tenemos que recibir a Cristo como el Señor y Salvador de nuestras vidas. A partir de ese momento ya tenemos vida eterna, y en ella debemos perseverar para no perderla.

2.- La salvación debemos cuidarla.

Pablo estaba seguro de su salvación, simbolizando la salvación con una corona:

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”
(2 Timoteo 4:7-8)

Algunos discrepan con esta interpretación argumentando que la “corona de justicia” no se refiere a la salvación, sino más bien a un premio o galardón adicional. Ante esto debo decir que esta corona la dará el Señor no sólo a algunos, sino “a todos los que aman su venida”. Si la reciben todos los que aman su venida, no puede tratarse de un galardón adicional para algunos salvos, ya que una persona salva definitivamente ama la venida del Señor, aunque no se haya destacado por ser un gran obrero como Pablo. El que no recibe la corona de justicia, tampoco podrá ser salvo, porque se trataría de una persona que no ama la venida del Señor.

Esta corona puede ser tomada por otro (el diablo), si la descuidamos:

“He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.”
(Apocalipsis 3:11)

Así es, la salvación puede ser descuidada:

“¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?…”
(Hebreos 2:3)

Si la salvación puede ser descuidada, es porque evidentemente puede perderse. Esto ocurre solamente por nuestra propia decisión, ya que si perseveramos en la salvación de Jesucristo, nadie nos podrá arrebatar de su mano (Juan 10:27-29). Pero si nos apartamos del rebaño, quedaremos expuestos a que nos tomen nuestra corona. ¡Nunca permitas eso!

Si recibiste la salvación de parte de Dios y estás perseverando en ello hasta este momento, eres salvo ahora. Procura no descuidarte para que no pierdas este regalo que Dios te ha dado.

3.- ¿Por qué hay algunos que no están seguros de su salvación?

a) ¿Será simplemente por ignorar esta doctrina?
b) ¿Será porque han pecado y se sienten que ya no pueden ser salvos?
c) ¿Será porque creen que la salvación es por obras?
d) ¿Será por que creen que no podemos saber esto? (sin ningún fundamento bíblico)

Veamos…

a) La Biblia le enseña al cristiano que puede estar seguro de su salvación hoy. Y si alguien no está seguro, lo más probable es que simplemente no sea un cristiano, y por lo tanto, no es salvado. Si este es tu caso, ¡lee esto!

b) Si ya aceptaste a Cristo y no te crees salvo porque pecaste, entonces ¡arrepiéntete de tus faltas ahora mismo! Y si lo haces, Dios te perdonará, no dudes eso:

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
(1 Juan 1:9)

Si nuestra salvación se perdiera por nuestras faltas después de haber recibido la salvación, ningún cristiano podría ser salvo, ya que todos tenemos fallas. El secreto está en que si nos caímos, debemos arrepentirnos, y ponernos de pie nuevamente con el ánimo sincero de luchar contra el pecado que nos asedia (Dios no puede ser burlado). Esto es la perseverancia. Si eres cristiano y te encuentras en esta situación, te animo ahora a que te levantes y vayas a la casa del Padre, porque él te está esperando (Lucas 15:18).

c) Algunos dicen que no podemos estar seguros de nuestra salvación porque creen que la salvación “se gana” con buenas obras, por lo tanto, habrá que esperar el día del juicio para que Dios pese nuestras obras buenas y malas para ver a que lado se inclina la balanza.

Sin embargo, los cristianos creemos que la salvación no es por obras, es por gracia:

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
(Efesios 2:8-9)

Las buenas obras no se hacen para “ganar” la salvación, sino que nacen como el resultado natural del creyente que ya ha recibido la salvación.

d) Algunas personas piensan que este tema es un misterio, que no se puede saber, como si se tratase de la fecha en que viene el Señor a juzgar al mundo. Sin embargo y como vimos anteriormente, Juan escribió estas cosas “para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:11-13). Si se insiste en decir “no se puede saber” ¿para que Juan se molestaría en escribir la epístola?

Finalizando…

Para finalizar, hay que hacer notar que como siempre existen grupos extremistas que desvirtúan todas las cosas. Me refiero a las doctrinas que hablan de que podemos estar seguros para siempre de la salvación (seguridad eterna), no importando lo que pase después (UVSSS).

Pero el objetivo de este artículo es dejar en claro que cuando aceptamos a Jesucristo para que sea el Señor y Salvador de nuestras vidas, Él nos da vida eterna desde ese mismo instante, y si perseveramos hasta el final, obtendremos la corona incorruptible de gloria (el cielo).

Entonces, una vez recibida la salvación, ¿se podrá perder? Algunos indicios ya dimos mas arriba con lo de la corona de justicia, pero este interesante tema lo abordaremos con más detalle mas adelante, si Dios lo permite.

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La Apuesta de Pascal ¿Creer o no creer en Dios?

Apuesta%20de%20PascalLa Apuesta de Pascal es una afirmación que hizo el famoso científico francés Blaise Pascal (1623 – 1662), considerado uno de los padres de la computación, ya que cuando sólo tenia 18 años, construyó una calculadora mecánica, si no fue la primera, por lo menos, fue la primera ampliamente reconocida.

La Apuesta de Pascal se enmarca en torno a la discusión acerca de la existencia de Dios, y propone algo muy sencillo:

Si Dios existe y crees en él, irás al cielo; pero si no crees en él, irás al infierno. Si Dios no existe, tanto el que cree como el que no cree, no perderán ni ganarán nada. Así que la concusión es que es mejor estar del lado seguro, esto es, es mejor creer en Dios.

Sencillo y contundente. Pero, como era de esperarse, esta simple lógica de Pascal, desde que fue publicada por allá por el 1670, no ha parado de recibir ataques por parte de los que profesan el ateísmo.

Sin embargo, dejando de lado todo argumento rebuscado, lo bueno de este pensamiento es preguntarnos simplemente ¿Qué es mejor? ¿Creer o no creer en Dios?

NOTA: El hecho de “creer” para poder ir al cielo, no debe entenderse como el creer en la existencia de Dios, sino más bien, en lo que dice Dios en su palabra, esto es, La Biblia.

Entonces: ¿Qué gana el ateo al no creer en Dios? ¿Qué gana un cristiano al creer en Dios? ¿Quién de los dos gana más?

Una anciana deja sin palabras a un ateo…
Todo esto me recuerda un relato que trata sobre un ateo alemán que se esmeró por más de dos horas en demostrar al público presente que Dios no existía. El público empezó a discutir sobre el tema, pero nadie pedía la palabra. Finalmente una anciana se animó a subir al estrado del orador y en tan solo cinco minutos contó acerca de cómo Dios la había sustentado en momentos difíciles, habló de la manera en que fue salvada, transformada y librada de la muerte y de todos sus pecados. Dijo: “Ahora soy una anciana que pronto va a morir; pero Dios me ha dado una esperanza viva. Cuando cierre mis ojos aquí, los abriré en el cielo, donde Jesús me ha preparado una morada. Todo esto hizo Dios por mí. Ahora le pregunto: ¿Qué hizo su incredulidad por usted?”…
(“La Buena Semilla”, Perroy, 2001)

Interesante. Por mi parte, puedo decir que es mucho mejor tener una vida con Dios que sin Dios, ya que no nací siendo cristiano; conozco las dos caras de la moneda. Y definitivamente, aunque el mundo ofrezca muchas diversiones, nada llena el alma, por lo tanto, todo se torna aburrido. Pero en Dios, los cristianos vivimos una vida en abundancia:

“… yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
(Juan 10:10)

Dios no solo te ofrece vida eterna en el cielo, sino que aquí en la tierra también puedes experimentar el gozo del Señor que sobrepasa todo problema y llena el alma por completo.

¿Qué es mejor? ¿Creer o no creer? ¿Qué ha hecho por ti el creer en Dios? ¿Qué ha hecho por ti el no creer en Dios?

Los hijos del diablo

En el artículo anterior, Demianhablamos sobre los que son realmente hijos de Dios, y vimos por medio de la Biblia que lamentablemente no todos lo son, a pesar de que todos somos creación suya. Así mismo también vimos como Dios nos ofrece a todos nosotros la potestad de ser hechos sus hijos, pero solo algunos se deciden por recibir este regalo. Ser hijo de Dios es una opción del ser humano, pero muchos no quieren aceptarlo.

Entonces, si algunos son hijos de Dios, ¿Qué son los demás?

¿Estás seguro que eres hijo de Dios? ¿O eres hijo del diablo?

Para Dios las cosas son así: Eres o no eres. Si no eres hijo de Dios, entonces le perteneces a otro personaje, aunque creas que no perteneces a nadie, en realidad si le perteneces a alguien y sigues sus deseos, y no los tuyos.

Muchos creen que un hijo del diablo es un ser anticristo, casi mitológico, que se caracteriza por poseer poderes sobrenaturales, los cuales ocupa para hacer maldad y cuyo deleite sería destruir la raza humana…. Algo así como el legendario Demian, personaje hollywoodense que aparecía en “La profecía”. Claro, cualquiera pensaría que ese niño es un verdadero hijo del diablo.

Pero ¿has pensado en la posibilidad de que quizá tú mismo puedas ser un hijo del diablo?

¡Si! Eso mismo estoy preguntando…

He escuchado y leído muchos comentarios acerca de personas que se sienten sumamente ofendidas cuando alguien los llama “hijo del diablo” o “pecador”. Y salen algunos términos como “retrógrada”, “intolerante”, “falta de amor”, “no hay que juzgar” y cosas por el estilo. Sin embargo, le guste a quien le guste, debemos dar a conocer las cosas como realmente lo son, siempre a través de la Biblia.

Veamos…

¿Quiénes son hijos del diablo?

En una ocasión, Jesús denunció públicamente a unos hombres pertenecientes a la secta de los fariseos (personas que parecían ser muy santas, ya que eran muy religiosos) y discutieron de esta forma:

“… Entonces le dijeron [los judíos a Jesús]: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais… Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”. (Juan 8:41-44)

Todo el mundo dice ser hijo de Dios. Pero Jesús nos enseña que los hijos tienen los mismos deseos que sus padres, porque “los deseos de vuestro padre queréis hacer”.

Entonces seria bueno reflexionar en cuales son nuestros deseos. Los fariseos deseaban matar a Jesús y además hablaban mentira. Si nosotros hablamos mentira, estamos pecando, por lo cual ya tenemos un padre (desafortunadamente) el cual es el diablo, porque él es “padre de mentira” (Juan 8:44).

Ah, pero no estoy pensando en matar a nadie. ¿Seguro? La Biblia dice:

“Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él”. (1Juan 3:15)

¿Ya ves que no es necesario ser tan malo para ser un hijo del diablo? En realidad es muy sencillo.

Es más; de hecho, ninguna persona adulta puede exceptuarse de esta situación, ya que todos hemos pecado, es decir, todo aquel que peca es del diablo:

El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio…” (1Juan 3:8)

Y bueno, esta claro también que no solo mentir y matar son los deseos del diablo, hay muchas otras cosas que la gente de este mundo desea y hace de una manera completamente “normal” y casi rutinaria; cosas a las que no le encuentran nada de malo hacerlas o desearlas, pero Dios si que las encuentra malas.

Solo con un ejemplo, podemos codiciar a una mujer viéndola pasar en la calle, y algunas personas cuando hacen eso, sienten que no hacen nada de malo. Pero Jesús dice:

“Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. (Mateo 5:28)


Así que, si has pecado, arrepiéntete y cámbiate de bando, para que de ser un hijo del diablo, pases a ser un hijo de Dios.

¡Acepta a ser un hijo de Dios!

“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19)

El arrepentirse es aceptar que estamos mal con el deseo de cambiar, y la conversión es el acto de volverse a Dios, esto es, obedeciendo a su palabra.

Te invito a que dejes de ser hijo del diablo y pases a formar parte de la gran familia de Dios, solamente tienes que recibir a Jesucristo como tu Señor y Salvador.

Si aceptas a Jesucristo, serás trasladado del reino de las tinieblas al reino de Dios:

“… el cual [el Padre] nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:12-13)

Hazlo ahora, que hay tiempo, Dios está tocando la puerta de tú corazón…

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. (Apocalipsis 3:20)



Dios te bendiga.

Mira también : ¿Quieres ser salvo?, ¿Todos somos hijos de Dios?

Estaré atento a cualquier duda, corrección, comentario u aporte. Gracias.

¿Todos somos hijos de Dios?

Amigo (a), quiero hacerte una pregunta: ¿Eres un hijo (a) de Dios?

Algunas personas dicen “tú no eres hijo de Dios” con el fin de ofender a la otra de la manera que dijera “tú no eres un ser humano”. A lo mejor tú piensas que “todos somos hijos de Dios”, o que “Dios es el Padre de todos”. Tales conceptos los enseñan muchas religiones y toda clase de corrientes idealistas, pero…¿te interesaría saber lo que dice la Palabra de Dios al respecto?

¡Esto es lo que la Biblia dice!

Primeramente, cabe decir que Jesucristo es el Hijo de Dios por excelencia, el unigénito del Padre (único hijo):

“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.”
(1 Juan 4:9)

Sin embargo, Dios nos da la oportunidad de ser adoptados para ser hijos suyos.

“… habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”
(Efesios 1:5)

Pero no todos hemos sido adoptados como hijos de Dios. No te ofendas si te digo “tú no eres mi hermano”.

1.- No todos los seres humanos somos hijos de Dios.

Los seres humanos, al igual que el resto de los seres vivos, somos criaturas de Dios. Esto no significa que automáticamente seamos hijos de Dios, ya que pertenecer a su familia es una potestad que él otorga exclusivamente a todos los que le reciben.

“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Juan 1:11-13)

Jesús vino “a lo suyo”, o sea, a toda la humanidad (primeramente a Israel); sin embargo no le recibieron (lo crucificaron). Entonces la oportunidad de pertenecer a la familia de Dios quedó abierta para todos los que lo reciban. Todo aquel que recibe a Dios como Padre, Dios también le recibe como hijo.

Muchos se autoproclaman como hijos de Dios, pero Dios dice:

“El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos…” (Malaquias 1:6)

Si todos los seres humanos son hijos de Dios, ¿entonces todos honran a Dios? ¿El ateo honrará a Dios?

Otra evidencia:

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” (Romanos 8:14)

¿Los ateos y malhechores son guiados por el Espíritu de Dios? Definitivamente NO.

Conclusión: No todos los seres humanos son hijos de Dios. Para ser hijo de Dios hay que recibir a Jesús como Señor y Salvador.

Si insistes en creer en que todo el mundo es hijo de Dios, estarás creyendo en religiones falsas y juzgando que la Biblia es mentirosa, dadas las evidencias antes expuestas.

2.- Para ser hijo de Dios hay que recibir a Jesús

Como leímos anteriormente, dice que “a todos los que le recibieron… les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Esto se refiere a que debemos de recibir a Cristo en nuestras vidas para que seamos hijos de Dios.

Esto quiere decir que recibir a Cristo significa aceptar su Palabra, soberanía y señorío sobre nuestras vidas. O sea, ya no nos mandamos solos, sino que tenemos un Señor que nos guía con su Espíritu.

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” (Romanos 8:14)

En cuanto a nosotros, ya no somos guiados por nuestros pensamientos y deseos, ahora somos guiados por Dios. En esto se nota quienes son hijos de Dios. Naturalmente, el que no ha recibido a Cristo, no puede ser guiado por su Espíritu.

3.- Sólo los hijos de Dios tienen entrada al cielo.

Sólo los hijos de Dios pueden heredar el reino de los cielos. Esto va a ocurrir cuando se pase lista con el libro de la vida. En el libro de la vida se registran todos los nombres de todos los hombres que han recibido a Cristo, y por lo tanto, son hijos de Dios. En términos humanos, se podría decir que es como la libreta de familia, en donde aparecen los nombres de los padres y sus hijos legítimos.

Si quieres entrar al cielo, tu nombre tiene que estar en el libro de la vida:

“No entrará en ella [al cielo] ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero”. (Apocalipsis 21:27)

Y si no, tu destino es este:

“Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. (Apocalipsis 20:15)

Dios te esta ofreciendo la posibilidad de ser parte de su familia… no rechaces esta maravillosa oportunidad, ¡mañana puede ser tarde!

He aquí ahora el día de salvación

Amigo (a):

Quizá aún no te has decidido por aceptar la salvación de Cristo, aún sabiendo de que la única forma de ser salvo es por medio de él.

¿Cómo ser salvo?
Si no sabes como ser salvo, por favor lee este articulo antes; si ya lo has leído, o ya estás consciente de que así como estás no puedes ser salvo, por favor toma en cuenta lo siguiente:

La Biblia nos insta a aceptar la salvación lo antes posible, y ese antes posible es ahora:

“En tiempo aceptable te he oído,
Y en día de salvación te he socorrido.
He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”
(2Corintios 6:2)

Quizá tú dices que esperarás algunos años más para todo esto, que todavía no, que eres muy joven… bueno, la Biblia dice que no sabemos lo que nos espera el día de mañana:

“¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana.
Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.”
(Santiago 4:13-15)

Si el Señor quiere haremos esto o aquello, sin embargo, con respecto a la salvación, el Señor no quiere que seas salvo mañana, sino hoy.

“También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”
(Lucas 12:16-20)

Si esta noche vienen por tu alma, ¿a dónde irás? ¿Al cielo o al infierno? Este puede ser nuestro último día, y por lo menos, yo sé para donde voy, porque ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1).

Recuerda que mientras tengamos vida en esta tierra, Jesús tiene los brazos abiertos para recibir a todo ladrón, homicida, prostituta, mentiroso, etc., para recibir la misericordia y el perdón de Dios. Pero cuando se acabe el tiempo, ya no habrá misericordia.

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”
(2 Pedro 3:9)

Cuando se acabe el tiempo, muchos pedirán misericordia, pero no se les oirá:

“Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.”
(Lucas 13:23-25)

¿Perder el tiempo?
Muchos piensan que ser cristiano es una pérdida te tiempo… inclusive yo, antes de aceptar a Cristo, pensaba que era muy joven para ser cristiano, que quería “vivir” un poco más, y cuando fuere viejo, ahí si me haría cristiano. ¡Que necedad! Ahora entiendo todo lo contrario: cuando estaba sin Cristo, estaba perdiendo el tiempo y lo peor de todo, perdí una buena parte de mi juventud en manos del maligno. Pero ahora soy salvo y tengo vida de verdad… que te puedo decir, es algo que solo se entiende con experimentar en carne propia todo esto.

¡Vamos, no pierdas mas el tiempo!¡Acepta a Cristo ahora que hay tiempo, antes que sea demasiado tarde!

Un joven religioso, rico ¡y perdido!

¿Ser cristiano es lo mismo que ser religioso?
No
No sé
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Esta es la historia de un joven que aparentemente era muy bueno, pero ante los ojos de Dios no resultó lo suficientemente apto para alcanzar la salvación.

Esta historia nos ayudará a clarificar un poco mas la diferencia entre ser un religioso y cristiano.

Este relato se encuentra en La Biblia, en el evangelio de Lucas capítulo 18, versículos 18 al 25:

“Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios.
Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre.
El dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico.
Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.”
(Lucas 18:18-25)

Podemos ver que el joven era un tipo muy religioso, esto es, se preocupaba de guardar su propia justicia obedeciendo los mandamientos de Dios. En los días de hoy sería como el típico hombre que asiste una vez por semana a su iglesia, hace buenas obras, guarda los 10 mandamientos, y con esas cosas siente que su salvación está asegurada.

Si embargo, Jesús le dijo: “Aún te falta una cosa”. Que sorpresa para este joven encontrarse con la realidad de que todo lo que hacía no era suficiente para ser salvo, porque le faltaba una cosa, y era lo más importante: Entregar su vida a Jesús.

El hecho de que le Jesús le haya dicho: “Vende todo lo que tienes” no era necesariamente a causa de los pobres, ya que el mismo Señor dijo una vez:”A los pobres siempre los tendréis con vosotros” (Juan 12:8). El verdadero motivo por el cual le hizo esta radical petición era para probar si aquel joven estaba dispuesto a entregarle su vida, no importando todo lo que tuviera, es decir, sin condiciones.

Un caso parecido lo vivió Abraham (Génesis cap. 22), cuando Dios le pidió que sacrificara a su único hijo nacido en su vejez, a lo cual Abraham no se negó. Sin embargo Dios no le permitió sacrificarlo y el niño vivió.

Desgraciadamente la vana religiosidad del joven salio a flote, cuando al escuchar las palabras de Jesús “se puso muy triste, porque era muy rico” y se fue, rechazando el ofrecimiento que Jesús: “Y ven, sígueme”.

Ciertamente por esta causa es difícil que los ricos entren en el reino de Dios, ya que al entregar sus vidas a Jesús, esto significaría desprenderse de todas sus posesiones, amistades y de todo lo ganado en esta tierra. Ciertamente es mucho para estas personas, sin embargo, para los pobres es un paso mas sencillo.

¿Religioso o cristiano? La gran diferencia es que el religioso confía en sus propios méritos, pero sin comprometerse. El cristiano solo confía en los méritos de Jesucristo y se encuentra totalmente comprometido con Él.

“Y ven, sígueme”…
Los cristianos hemos recibido el llamado de Jesús y lo hemos seguido.

¿Y qué harás tú?
¿Rechazarás el ofrecimiento que te hace Jesús?
¿Estás dispuesto a todo por tu Dios?

Las personas mas felices del mundo

TristeFabricando felicidad…

Es fin de semana, y en muchos lugares jóvenes y adultos de todas las edades ya se están preparando para fabricarse un momento de felicidad y de algo de paz en medio de las habituales fiestas de fin de semana.

Que triste es la vida en este mundo para muchas personas. Algunos solo tienen un pensamiento cuando llegan a enfrentarse al trabajo un día lunes cualquiera: “¡Quiero que llegue luego el fin de semana!”… y así llegamos a viejos con la sensación de no haber vivido nada.

Para otros, no existe la felicidad si no se está acompañado de una buena botella de vino, o de su cajetilla de cigarrillos.

El hombre ha estado buscando la felicidad por todos lados, sin llegar a ella. Muchos son esclavos del vicio; de todo tipo de drogas porque en ellas encuentran un momento de satisfacción en medio de sus vidas miserables.

¡Ojala me ganara la lotería! Se tiende a hacer una igualdad entre dinero y felicidad; sin embargo esto no es tan así. ¡Cuan difícil es ver a una persona adinerada de cuello y corbata sonriendo por la calle! En contraste de ello, si nos fijamos en los trabajadores que tienen ingresos realmente miserables, muchas veces los vamos a ver con un rostro contento, a pesar de todo.

“Hay gente tan pobre, pero tan pobre, que lo único que tiene es dinero”. Así cita un viejo refrán.

Y es que, entre otras cosas, el rico no puede estar tranquilo a causa de sus riquezas, como lo dice la Biblia:

“Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho o coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.” (Eclesiastés 5:12)

En fin, seamos ricos, seamos pobres, es lo mismo; el rico se acostumbra a su dinero y se aburre de ello.

El hombre odia la rutina, y cuando ya no hay nada nuevo, nos damos cuenta que no tenemos nada de valioso en esta tierra. El automóvil nuevo nos hizo felices cuando llegamos con el a casa por primera vez. Han pasado dos años y ya no nos causa nada. Es así, nos hemos acostumbrado a tener felicidad temporal.

“¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho?
Lo mismo que se hará, pues nada hay nuevo debajo del sol.” (Eclesiastés 1:9)

Con el fin de alcanzar felicidad nos apoyamos en la familia, en el cónyuge, en los hijos, en el trabajo, en los estudios… pero ¿que ocurre cuando todos estos factores fallan? Viene la decepción, la amargura, la depresión. ¿Por qué? Porque nos apoyamos y confiamos en cosas terrenales que pueden fallar y además la felicidad que pueden proporcionarnos es solo temporal.

Entonces muchos han llegado a la conclusión de que “la felicidad es una mentira, no existe”. Muchas personas de avanzada edad viven amargadamente, porque durante todos los años que vivieron se dieron cuenta que todo fue en vano.

A lo mejor tú has probado de las diversas fuentes de felicidad que te ha podido ofrecer este mundo… lo has pasado bien, pero así como llegaron las alegrías, así mismo se han ido. ¿Por qué lo bueno dura tan poco? Te preguntaste al otro día después de la fiesta….

Lo que pasa es que este mundo solo te puede ofrecer, en su conjunto, un solo tipo de felicidad: pasajera y vana.

La felicidad que el mundo ofrece no dura nada. Se esfuma, y al retirarse deja un tremendo vacío en el alma… una inseguridad tremenda, una incertidumbre a la hora de enfrentar el duro y competitivo mundo real.

¡Pero no todo esta perdido! A pesar de todo lo anterior, existe una felicidad que es realmente duradera y estable. Esta felicidad solo se encuentra en un lugar, o mejor dicho, en uno solo: Jesucristo.

Solamente en Cristo hay felicidad
Si, Jesucristo es la fuente del gozo y felicidad verdadera. Todo ser humano que se ha hecho cristiano e hijo de Dios ha experimentado el llenado de ese vacío del corazón que el licor, ni las fiestas, ni las drogas, ni los amigos pudieron llenar.

Los cristianos la experimentan
Este es un hecho empírico que se puede comprobar con cualquier cristiano verdadero. En cuanto a mi experiencia personal, puedo decir con verdad que no hay nada mejor que tener a Dios en el corazón. Esto es definitivo, no lo cambio por nada. Aceptar a Jesucristo como el Señor y Salvador de mi vida fue la mejor y mas grande decisión que he tomado, y por nada del mundo me arrepiento de ello, ni tengo deseos de volver atrás, a una vida sin Dios, en donde la felicidad era solo algo que ocurría los fines de semana por la noche.

En Cristo hay seguridad
No quiero decir que los cristianos no tengamos problemas, al contrario, se produce una paradoja; porque mientras mas problemas y momentos amargos tengamos, mas cerca estamos de Dios y por lo tanto, mas seguros, confiados, tranquilos y felices estamos.

Y es que es verdad lo que la Biblia dice:

“Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien…”
(Romanos 8:28)

Pase lo que pase, si algo sale mal, sabemos que si confiamos en Dios, todo al final va ayudar para bien. Estamos seguros en eso.

Cristo es la fuente de agua viva
Una historia bíblica relata el encuentro de una mujer samaritana con Jesús, cuando esta descendió a un pozo para sacar agua para saciar su sed. Jesús se encontraba en ese lugar y le dijo:

“Cualquiera que beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Juan 4:13-14)

El agua representa la felicidad y el gozo, cosas por las cuales todo ser humano está sediento. Sin embargo con el “el agua” común de este mundo, tú volverás a tener sed; pero con el agua viva que solamente te puede dar Jesús, nunca mas volverás a tener sed de felicidad, por que la tendrás siempre en ti.

¡Los cristianos hemos encontrado la fuente de agua viva!

Cristo da una paz verdadera, la que el mundo no puede dar
Los cristianos tenemos paz en nuestro corazón. En algunos momentos podemos vernos preocupados por fuera, pero en nuestro interior tenemos paz y seguridad. En el mundo es todo lo contrario: muchos aparentan paz por fuera pero por dentro están desesperados. Jesús nos dice:

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”. (Juan 14:27)

Hoy en día podemos ver que el mundo ofrece una paz que se traduce en un buen pasar, pero Dios de la paz verdadera, la cual no se puede comprar ni con todas las riquezas de la tierra.

Conclusión
Por lo tanto, puedo decir que los cristianos somos las personas más felices del mundo porque estamos seguros, porque sentimos la presencia del Dios verdadero, aunque muchos lo nieguen, para conocer a Dios es necesario tener una experiencia personal con El.

El conocimiento teórico y científico de Dios no nos ayuda mucho, lo que realmente vale es conocer a Dios a través de una experiencia basada en hechos reales y concretos en nuestras vidas personales.

¿Quieres experimentar en la práctica lo que es el gozo y la paz de Dios?

Mucho puedo escribir acerca de esto, pero si no lo aplicas es solo teoría. Se necesita hacer la prueba real para saber de que estamos hablando.

Si nunca has aceptado al Señor como Salvador de tu vida, te invito a que en este mismo momento, donde quiera que estés, le entregues tu vida al Señor Jesús. En el mismo lugar donde estás, te invito para que ores a Dios y Él te escuchará. Solamente pídele que te reciba, que perdone tus pecados y muéstrale tu disposición para ser un siervo de Él. Mira el articulo: ¿Quieres ser salvo?

Si eres un religioso, ten en cuenta que la religión no salva a nadie, ni hace feliz a nadie. Las religiones de este mundo son solo mandamientos de hombres que sirven un poco para regir la moral de los hombres en sociedad. Pero lo que Dios te ofrece no son mandamientos de hombres, ya que sus estatutos y reglas están solamente en la Biblia. Lo que Dios te ofrece es vida en abundancia, una relación estrecha con tu Creador. ¡Debes entregar tu vida a Jesús hoy!

Si eres cristiano, pero por esas cosas de la vida has perdido el gozo y la paz de Dios, quiero decirte que nuestro Dios está llamando y su mano de misericordia se sigue extendiendo hacia nosotros, a pesar de nuestras transgresiones. ¡Ten ánimo! Y mira solamente a Jesús por sobre todas las cosas… recuerda que los hombres fallan, pero Dios se mantiene fiel. ¡Ponte en pie! Y levanta tu vida en este momento, no estás solo.
¡Sonríe que Jesús te ama!

Quiero finalizar con este texto bíblico:

“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: “No tengo en ellos contentamiento””
(Eclesiastés 12:1)

Amigo (a): Quizá tú eres joven, por lo cual te digo que no hay nada mejor que aprovechar la juventud en el servicio a Dios. No se trata de restringirse de muchas cosas, más bien se trata de acceder a cosas mucho mejores. Acuérdate de Dios mientras tengas fuerzas, porque al llegar a viejo se tiende a evaluar la vida y muchos se decepcionan de haber vivido una vida sin pena ni gloria.

Si aceptas a Cristo ahora, cuando vengan los “días malos”, dirás “tuve pleno contentamiento de mi vida”, “valió la pena mi paso por esta tierra”.

Si has experimentado la paz de Dios, deja tus comentarios, todos los aportes son bien recibidos, así como dudas y para todo tipo de ayuda en cuanto a este tema.
¡Dios te bendiga!