Hermenéutica bíblica: el contexto bíblico literario
Una definición para contexto la podemos encontrar en el diccionario de la RAE de la siguiente manera: “Entorno lingüístico del que depende el sentido de una palabra, frase o fragmento determinados”.
Si estamos leyendo un versículo bíblico, su significado siempre dependerá de su contexto. El diccionario solo nos da los posibles sentidos de una palabra. Por otro lado, leer un versículo una y otra vez no ayuda mucho si no tomamos en cuenta su entorno. Cada palabra debe interpretarse de acuerdo a la frase u oración en la que está inserta, y la frase debe examinarse a la luz del párrafo, y así hasta llegar a la Biblia misma.
Contexto inmediato o mediato
El inmediato es el que rodea al texto que estamos leyendo, en cuanto a los versículos que están antes y después. El contexto mediato es el que está fuera de ese contexto inmediato, y puede ser el libro bíblico, o bien la Biblia entera.
Ejemplo:
“Ayer fui a un banco para sentarme y descansar”
En esta frase, el significado de la palabra “banco” depende de su contexto inmediato. Al comienzo de esta podríamos confundirnos con un banco como institución de crédito, pero finalmente el texto revela que se trata de un asiento; ese es el contexto, el que revela el significado de la frase u oración completa.
Hacer este ejercicio con frases cortas es bastante fácil y hasta natural contextualizar correctamente, pero todo se complica con textos un poco más amplios, y sobre todo cuando leemos la Biblia con sus divisiones de capítulos y versículos.
Un texto fuera de contexto sirve para cualquier pretexto
Un error típico es tomar un versículo bíblico, y darle su interpretación aislándolo de su contexto inmediato. Por ejemplo:
“No juzguéis, para que no seáis juzgados.” – Mateo 7:1
Si tomamos este texto, no se podría juzgar ninguna cosa, persona o situación bajo ninguna circunstancia. Pero si continuamos con la lectura hasta el versículo 5, veremos que el contexto inmediato limita el mandamiento a una circunstancia bien específica: No debemos juzgar los pecados de otros cuando nosotros mismos también cometemos esos pecados. En este caso, lo que al Señor le desagrada no es el juzgar, sino la hipocresía.
Veamos otro caso:
“Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.” – Santiago 3:1
El contexto inmediato de este versículo se resume en el problema de las personas que se alzan como maestros, pero que no son capaces ni de refrenar su lengua. En ningún caso Santiago dice que no debe haber personas preparadas para ser maestros de la palabra de Dios en la Iglesia.
Otro ejemplo lo podemos sacar desde uno de los tantos mandamientos del AT, en donde caeríamos fácilmente en errores de interpretación al no tomar el contexto mediato de la Biblia:
“Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.” – Éxodo 20:24
El contexto mediato de la Biblia deja en claro que este fue un mandamiento exclusivo para el pueblo de Israel bajo la ley de Moisés. En la doctrina del NT queda claro que Jesús realizó el único y final sacrificio por todos nuestros pecados; pero si se ignora esta verdad, puede que algún hermano que posea ovejas y vacas las ofrezca en sacrificio en estos tiempos.
Círculos de contexto
Para mayor claridad, podemos visualizar el contexto bíblico y literario de un texto mediante “círculos contextuales”, los cuales se pueden graficar de la siguiente manera:

Esto nos permite ubicar nuestro texto a interpretar dentro del círculo fundamental, que corresponde al análisis de las palabras. Estas palabras tendrán significado dentro de una frase, y lo anterior tendrá sentido dentro de una oración que es la unidad básica del significado, pues una oración bien escrita es una unidad de pensamiento. Pues bien, el significado de la oración se ve a la luz del párrafo y el párrafo se comprende según la sección.
Posteriormente, en los círculos superiores, tenemos los círculos de contexto bíblicos, donde un libro bíblico se entiende dentro de un conjunto literario, y este dentro de un testamento y finalmente todo lo engloba la Biblia completa.
De adentro hacia afuera, arriba y abajo
De acuerdo a lo anterior, el análisis de un texto se hace de adentro hacia fuera. En la medida que se avanza en los círculos de contexto, nos damos cuenta que para interpretar correctamente un versículo, es imprescindible ir ampliando la mirada al texto que está a su alrededor.
Lo importante es no quedarnos con el versículo, sino más bien identificar una oración, la cual en algunos casos puede ocupar más de un versículo. Teniendo la oración y el – o los versículos -, vamos leyendo lo que está más arriba y abajo del texto en cuestión, revisando el párrafo y sección literaria.
El caso del libro de los Proverbios
Solamente las frases proverbiales las podemos tomar excluyendo su contexto, como por ejemplo, Proverbios cap.10:
(1) Los proverbios de Salomón. El hijo sabio alegra al padre, Pero el hijo necio es tristeza de su madre. (2) Los tesoros de maldad no serán de provecho; Mas la justicia libra de muerte. (3) Jehová no dejará padecer hambre al justo; Mas la iniquidad lanzará a los impíos. (4) La mano negligente empobrece; Mas la mano de los diligentes enriquece.
Debemos notar también que no todo el texto del libro de Proverbios debe tratarse como frases proverbiales aisladas de contexto, como por ejemplo Proverbios cap.31:10-31, versículos que sí deben tomarse en su contexto.
En resumen
Nunca debemos interpretar un versículo bíblico como si fuera una frase independiente de su entorno, como si fuera un proverbio. Todo texto bíblico tiene sentido dentro de su contexto inmediato y mediato. Al no tomar en cuenta este principio contextual, se suele caer en contradicciones entre versículos bíblicos porque no se comprenden de manera correcta.
Recomendado: Hermenéutica Interpretación eficaz hoy, Rob Haskell, 2009
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