La leche espiritual

leche-espiritualEn el artículo anterior, vimos el tema de la enseñanza fundamental que debe estar presente antes que toda otra enseñanza bíblica, con el fin de que un cristiano se pueda formar exitosamente en el camino del evangelio. Esta enseñanza se refiere a la doctrina de la gracia y la salvación.Ahora, si el cristiano ya tiene éste fundamento, se debe seguir construyendo, y para ello vamos a tomar el enfoque de un bebé que necesita ser alimentado, por lo cual, el elemento que viene después del fundamento de la salvación es la leche espiritual.

Cómo todos sabemos, los niños en sus primeros días de haber nacido, no están preparados para recibir alimento sólido, ya sean legumbres, carne, etc., sino, sólo deben beber leche maternal. Si éste niño no recibe leche, padecerá desnutrición con consecuencias fatales o de gravedad cuyas secuelas puedan perdurar para toda la vida.

Así como en el caso de los bebés, los cristianos cuando viven sus primeros días desde su nuevo nacimiento, deben desear y tomar leche espiritual, la cual debe ser no adulterada. Esta leche espiritual cumplirá la misión de hacer crecer para salvación a todo cristiano en sus primeros días, hasta que alcanzando madurez, puedan acceder a alimentarse con alimento sólido.

¿Y cuál es la leche espiritual?

Es toda enseñanza bíblica que trate de fundamentos básicos de la fe en cristiana, como por ejemplo, las doctrinas “del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno” (Hebreos 6:1-2). Todos estos temas se suponen deberían estar claros para todo cristiano que se considere maduro.

Después de la leche espiritual, el cristiano que ha crecido, debe comer alimento sólido, el cual se compone por enseñanzas no fundamentales o básicas, pero muy importantes para el desarrollo de su vida espiritual. En ésta categoría podemos encontrar enseñanzas que tocan muchos temas que son difíciles de asimilar para inexpertos, como el ecumenismo, los problemas de la iglesia en la era actual, la apologética cristiana, etc.

La actitud del recién convertido

El recién convertido debe tener una actitud de anhelo por la palabra de Dios, y centrarse en temas fundamentales de la fe, para luego pasar a los más complejos, o bien, secundarios. Así lo declara el apóstol Pedro:

“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.” (1 Pedro 2:1-3)

Nótese que la leche que el nuevo converso debe desear es una leche no adulterada, es decir, que no admite elementos extraños, como lo son por ejemplo, las diversas interpretaciones bíblicas erradas.

Evitando la leche adulterada

Para beber leche no adulterada, la mejor recomendación que podría hacerle a un nuevo cristiano es que lo primero que debe leer es la Biblia, y ésta, con oración, y sin ideas preconcebidas. Primeramente leer la Biblia en toda su pureza, y luego otros libros de teología, opiniones de otras personas, Internet, etc.

Es relativamente fácil inducir a un individuo a creer lo que uno quiere que crea, aún con Biblia en mano, aunque aquella enseñanza esté alejada de la verdad. Muchas personas leen la Biblia por primera vez, pero con ideas preconcebidas que le harán leer “gato”, aún cuando sus ojos vean “perro”. De ésta manera puede entrar fácilmente la adulteración en la leche de los lactantes espirituales, los cuales se verán expuestos a crecer con serios problemas de salud, y eso es notable en la vida de muchos religiosos que viven en una mentira.

Por lo tanto, al leer la Biblia, lo mejor que podemos hacer es un “formateo” de nuestro entendimiento preconcebido de lo que vamos a leer, y disponernos para recibir puramente lo que viene de parte de Dios, pero eso sí, con oración para no caer en el truco de “la interpretación a mi manera”. Luego vendrán las consultas a otros medios, pero no antes.

¿Para quién es la leche espiritual?

Está claro que la leche espiritual es para los recién convertidos, para aquellos que requieren comprender las enseñanzas fundamentales de nuestra fe.

¿Para quién NO es la leche espiritual?

La leche es sólo para los que han nacido de nuevo. Los que aún no reciben a Cristo, o los que dicen ser cristianos pero aún siquiera se han bautizado, simplemente aún no existen como nueva criatura ni tienen fundamento sobre el cual edificar. Por lo tanto, la leche no es para los que no han nacido de nuevo.

Por otro lado, los cristianos que ya llevan tiempo en el Evangelio y que ya tienen el fundamento claro y establecido, para su crecimiento ya no pueden seguir bebiendo leche, sino que deben comer alimento sólido.

¿Cómo saber si somos capaces de participar del alimento sólido? Simplemente comprobando que tan sólido es nuestro fundamento y si en la práctica podemos soportar el rigor del alimento sólido. Hay muchos que no soportan una buena y fuerte predicación, con palabras directas y enseñanza sin temores. Aquellos no son aptos ni han alcanzado madurez.

El apóstol Pablo reprochó a los corintios por su incapacidad de recibir enseñanzas del tipo “alimento sólido”, pues ya llevaban mucho tiempo y se involucraban en peleas infantiles entre ellos. Así lo expresó:

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3:1-4)

Si alguno lleva mucho tiempo en el evangelio, y aún no puede asimilar un buen plato de legumbres espirituales (como por ejemplo, el tema del ecumenismo), es considerado “inexperto en la palabra”, incapaz de discernir entre el bien y el mal:

“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Hebreos 5:12-14)

Y es necesario que crezcamos, una vez teniendo claras las enseñanzas básicas, dejando de darnos vueltas en ello para avanzar en más temáticas:

“Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.” (Hebreos 6:1-2)

Problemas en el crecimiento

Pongámonos en el caso de padres; ahora ¿Qué pasaría con nosotros si vemos que han pasado cinco años y nuestro hijo sigue siendo un bebé? ¿Nos preocuparíamos? Claro que sí. De la misma manera debe preocuparnos si vemos que los miembros de la iglesia de Cristo presentan casos de anomalías en cuanto a crecimiento, pues, espiritualmente debemos vernos al espejo de la Palabra de Dios y darnos cuenta de nuestro tamaño real delante de Dios. ¿Hemos crecido?

Por otro lado, muchos crecen en altura, pero son raquíticos, espiritualmente hablando. Esto también es un problema clásico con los cristianos que pasan de la leche al alimento chatarra o light, en vez del sólido.

El deber del enseñador

Es importante la labor de la persona que le enseñe al recién convertido, pues éste necesita que alguno más experimentado le guíe por el evangelio, como una madre que da de amamantar a sus hijos. Primero es la leche, después el alimento sólido. Jamás se le debe dar a una persona inexperta alimento sólido que lo pueda hacer decaer, pues puede tener el mismo efecto que en un bebé que coma porotos.

El enseñador debe estar atento al crecimiento de su hijo espiritual, pues éste debe crecer y desarrollarse hasta que pueda valerse por sí mismo, o más bien dicho, hasta que sepa valerse exclusivamente de Dios.

Conclusión

Debemos hacer las cosas en orden. Primero, tomamos leche, y después dejamos la mamadera para comer alimento sólido. Si realizamos nuestra vida espiritual en éste orden, creceremos sanos y fuertes. Si no lo hacemos así, desarrollaremos problemas de trastornos en el crecimiento, y enfermedades espirituales que nos pueden dejar en el camino.

Cada uno debe analizarse en cuanto a su crecimiento espiritual, y revisar qué está comiendo, ya sea, leche, alimento sólido, chatarra, o light.

Pregunta al cierre: ¿Hemos crecido?

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Como cristianos, somos responsables de transmitir lo que de gracia nos fue dado: Las buenas noticias del Cristo (Evangelio). De buenas noticias hay muchas dentro del evangelio: El Dios sanador, de milagros, que ayuda, etc.… pero lo más importante, lo fundamental de la buena noticia es la salvación gratuita para los perdidos, esto es, la doctrina de la gracia y salvación.Por lo tanto, partiendo desde aquella enseñanza fundamental, podemos partir la construcción de un edificio espiritual, ya seamos nosotros mismos, u otros a los cuales les estemos compartiendo la palabra de Dios.

Sin embargo, al compartir la palabra de Dios a los perdidos, muchas veces partimos desde otras enseñanzas secundarias que son muy buenas y aún bíblicas, sin embargo, no fundamentales. Por ejemplo, enseñar sobre las profecías del último tiempo es algo apasionante y puede entusiasmar a más de alguno, sin embargo, si este individuo novato no tiene fundamento, su entusiasmo profético no pasará a ser más que conocimiento vano, y su vida no sufrirá conversión alguna, y por lo tanto, no será salvo.

Del mismo modo, llama la atención que en diversos grupos de jóvenes cristianos, se enseña mucho sobre cuestiones no fundamentales, dirigiendo exhortaciones hacia temas como el desarrollo personal, la autoestima, el noviazgo, el trato hacia los padres, etc. Y todas estas exhortaciones son muy válidas y útiles, sin embargo, no son un buen punto de partida para aquellos que aún no son salvos.

He podido observar que en los jóvenes que han recibido enseñanzas secundarias sin poseer fundamento alguno, aquellas enseñanzas no pasan de la teoría, ya que en la práctica no llegan a ser mejores hijos, estudiantes ni se logran valorar a sí mismos. El cristianismo les es algo desconocido y lo asimilan como una práctica llena de religiosidad. Es como que aquellas enseñanzas secundarias, al no tener un fundamento sobre las cuales reposar, caen en el olvido y nunca llegan a la práctica.

Y es que el apóstol Pablo nos exhorta con una analogía en donde nosotros somos como edificios de Dios, los cuales tenemos un fundamento sobre el cual empezamos a sobreedificar:

“edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (Efesios 2:20-22)

“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1 Corintios 3:9-11)

Resultaría extraño ver a un maestro de la construcción tratando de colocar una ventana en el aire, o un techo sin que estén terminados los muros. Y no es que no importen las ventanas y el techo, pues ambos elementos deben estar presentes para que el edificio sea aprobado, sin embargo, no es lo primero que se debe construir. Primero se construye el fundamento, luego los muros, y finalmente las ventanas y el techo.

Así mismo, las enseñanzas secundarias como las profecías escatológicas, el misterio de la piedad, el desarrollo personal, etc., son importantes para los jóvenes, pero no se pueden realizar eficazmente sin contar primero con el fundamento de la enseñanza de la salvación.

Una persona salva es un terreno con fundamento, apto para la edificación. Pero una persona perdida, es un terreno sin fundamento, no apto para construcción, en la cual se debe cavar y trabajar para implantar un sólido fundamento.

Líder de jóvenes: ¿Estás enseñando bien? Pues sondea entre tus jóvenes y comprueba que tanto saben de la salvación. Una señal característica es el porcentaje de jóvenes bautizados en el grupo.

No pretendamos que un joven entienda aspectos como el misterio de la piedad, si ni siquiera se ha decidido a bautizarse, el primer paso práctico de todo salvo. La enseñanza debe realizarse en orden, empezando por lo primero, así como lo hizo Jesús mientras estuvo en esta tierra, en donde su primer mensaje a las multitudes fue: “…Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 4:17)

Dios te bendiga