El día y la hora nadie lo sabe

“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.” (Mateo 24:36)

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud

Cuando somos jóvenes, la vida nos pasa tan rápido que no nos detenemos en reflexionar en una cosa: Algún día se van a acabar nuestras fuerzas...

Biblias electrónicas gratis

Dos Biblias electrónicas bastante buenas; una que se puede descargar completamente gratis e instalarla en el equipo, y otra que está disponible en modalidad online...

No juzguéis para que no seáis juzgados

Mateo 7:1 dice “No juzguéis, para que no seáis juzgados”, también Romanos 14:13. Sin embargo, en la Biblia encontramos otros textos que señalan que sí debemos juzgar (Juan 7:24; 1 Cor.2:15), ¿Contradicción?

El día y la hora nadie lo sabe

“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.” (Mateo 24:36)

jueves, agosto 18, 2016

Deléitate en el Señor y él te concederá los deseos de tu corazón

Somos seres humanos con deseos y necesidades que se transforman en peticiones para presentarlas a Dios en cada oración. Sabemos que Dios nos escucha al momento de orar y que Él tiene el poder para oír esas oraciones, y más aún, de conceder esas peticiones que vayan de acuerdo a su voluntad.

Esto es cierto, pero también hay que poner atención a algunos otros aspectos para poder ver una petición concedida, y una de esas claves está en el Salmo 37 versículo 4:

“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.” (Salmos 37:4)

Según este Salmo ¿Cómo Dios nos concederá las peticiones de nuestro corazón? La respuesta es: deleitándonos en el Señor.

¿Qué significa “deleitarse en el Señor”?
Pues según el diccionario, “deleitarse” es producir alegría o gozo, placer del ánimo. ¿Qué cosas te producen deleite? Piensa en las cosas que más te gustan, como tu comida favorita, una piscina en verano, o la compañía de esa persona tan especial para ti.

Entonces deleitarse en el Señor es alegrarse, gozarse, encantarse, fascinarse por todo lo que es Dios. Significa disfrutar la palabra de Dios, del estudio de la Biblia, de la oración, la alabanza, el momento de congregarse y participar en el servicio de la iglesia, entre otras cosas que tienen que ver con el Señor.

Cuando nos deleitamos en el Señor podemos estar en una reunión de una iglesia con menos de diez hermanos, sin amplificación ni hermanos que tocan instrumentos, con un predicador de cara poco amigable, al cual poco se le entiende… sin embargo, aún así nos alegramos de estar ahí porque sabemos que Dios también está presente, e incluso con un montón de necesidades, descansamos en la voluntad del Señor.

¡Aburrido!
La iglesia, así como el evangelio, no es un parque de diversiones. Sin embargo hacer ver el evangelio como algo rutinario y aburrido es un error que nosotros mismos trasmitimos. El evangelio es vida, el mensaje que predicamos es poder de Dios, y si estamos en la iglesia donde el poder de Dios fluye a través de los cánticos de alabanza y a través de la proclamación del evangelio ¿cómo podríamos aburrirnos? Así y todo podemos darnos cuenta que muchas veces nos rodea el aburrimiento y la rutina como una enfermedad infecciosa matando en nosotros el gozo en el Señor.

En los tiempos del Antiguo Testamento, existieron sacerdotes que tenían el privilegio de servir ante el altar de Dios y ministrar al pueblo. Sin embargo, muchos de ellos no valoraron este servicio y en vez de deleitarse en el Señor, se aburrieron de lo que hacían. ¿Qué pasó? Pasó que empezaron a servir a Dios, ya no como en sus inicios; ya no había entusiasmo, más bien fastidio. Y empezaron a ofrecer un servicio cada vez más mediocre, y sus ofrendas eran cada vez peores.

“Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová.” (Malaquías 1:13)

Que no nos invada la rutina, la religiosidad ni el aburrimiento. Procuremos que el poder del evangelio nos llene de vida cada día.

¿Deleitarme yo?
Otro enemigo del deleite en el Señor es ese gran problema que estamos atravesando que no nos deja levantar cabeza, que nos entristece y que carcome nuestras esperanzas. Cuando todo va bien, deleitarnos o alegrarnos en Dios no es ninguna ciencia, pero cuando estamos en un mal momento, se convierte en un gran desafío para el cristiano, el cual sin duda todos hemos vivido o hemos de vivir.

Deleitarse en medio de la necesidad implica la presencia de fe, confianza en Dios y en su voluntad. Si confiamos en él y decidimos deleitarnos en él, las peticiones de nuestro corazón van bien encaminadas.


Preguntas:
  • ¿Te deleitas en la oración? ¿Te fascina o te aburre?
  •  ¿Te deleitas en el estudio de la palabra de Dios? ¿Te fascina o te aburre? 
  • ¿Te deleitas en la alabanza? ¿Te fascina o te aburre?
  •  ¿Te deleitas al ir a la iglesia? ¿Te fascina o te aburre?
  •  ¿Te deleitas al servir al Señor? (aseo, prédica, portero,…) ¿Te fascina o te aburre?


Si no nos deleitamos, no viviremos un evangelio verdadero, por lo tanto:
  • ·         Nuestras peticiones no serán concedidas.
  • ·         Estaremos aburridos, amargados y tristes.

¿Quieres que Dios te conceda las peticiones de tu corazón? Deléitate en el Señor, y él lo hará.


Dios te bendiga

martes, mayo 31, 2016

De la abundancia del corazón habla la boca

En tiempos donde muchos dicen tener una religión, pero sus vidas están totalmente alejadas de la vida cristiana, quizá alguna vez te has preguntado ¿será cierto que soy verdaderamente cristiano? ¿estará lleno mi corazón de Dios? Nuestro corazón (en el sentido figurado, claro) se encarga de almacenar las cosas que amamos y las que no; cosas que se mantienen en el interior, pero que en algún momento se harán manifiestas hacia los demás por cualquiera de las vías que Dios nos ha dado para comunicar.

Una de las vías de comunicación más notorias para expresar lo que hay en nuestro corazón es el habla, y de eso habla este versículo bíblico:
"El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca." (Lucas 6:45)

Estas son palabras que Jesucristo enseñó a sus discípulos y religiosos de su época sobre el origen de las palabras que pronunciamos a diario.

Lo que hablamos es reflejo de lo que tenemos dentro, de lo que está lleno nuestro corazón. Por ejemplo, si en nuestro corazón abunda la pasión por los automóviles, pasaríamos hablando todo el día sobre eso, y aburrir sin compasión a quien no está interesado en el tema.

Pero la boca no es la única que habla por nosotros. En nuestros tiempos existen otras formas de hablar. Por ejemplo, las redes sociales, tales como Youtube, Facebook, Twitter, etc., son medios por los cuales nos comunicamos y vienen a ser como nuestras bocas que hablan hacia el mundo entero, y que muestran lo que somos verdaderamente.

Por lo tanto, tomando este versículo, podríamos decir: "De la abundancia del corazón habla tu Facebook".

¿Qué es lo que habla tu Facebook sobre ti? ¿Qué cosas tienes en tu perfil? ¿Qué cosas publicas? Mira por un momento tus comentarios, estados y fotos. Si en tus estados publicas cosas de Dios, cosas positivas, cosas alegres, cosas que edifican, seguramente en tu corazón está Dios. Pero si en tus publicaciones, estados y perfil hay pesimismo, chismes, comentarios quejumbrosos y tóxicos, y más encima hay que buscar como quién busca un tesoro escondido alguna cosa de Dios, es porque realmente tienes un problema si te crees cristiano.

Ya ves, para comprobar si eres cristiano, analiza tu corazón y ve cuan lleno de Dios está. Lo podrás comprobar con lo que comunicas a diario, con lo que hablas con tu boca, con tus actitudes y con tus publicaciones en las redes sociales. Todo lo que comunica de ti demuestra lo que eres, lo que tienes en tu corazón

Dios te bendiga.