Como muchos sabrán, durante la madrugada del sábado 27 de febrero, un terremoto de magnitud 8,8 (uno de los más grandes de los que se tenga registro) afectó a gran parte de la zona centro sur de Chile, dejando numerosas pérdidas humanas y materiales.
Eran pasadas las 03:30 hrs. de la madrugada y yo aún me encontraba en pie. Cuando ya me iba a acostar, lo que empezó como un temblor habitual, se transformó en un sismo interminable que subía en intensidad a medida que pasaba el tiempo.
La tierra se movía de lado a lado con una violencia que nunca sentí, la adrenalina por el cuerpo, y el clamor a Dios en los labios, pidiendo sobre todo por las personas que en ese momento estaban peligrando sus vidas.
Me acordé de lo dicho por el profeta Isaías:
Y es que en realidad la tierra se movió como un ebrio, pero con gran violencia, aunque aún no es el fin.
Nosotros y nuestras familias quedamos bastante bien después de todo acá en Santiago; vidas a salvo y las viviendas en pie con alguna que otra pérdida material menor. No así fue el caso de muchos que lo perdieron todo, aún sus propias vidas, y la mismísima salvación del alma.
Muchas almas partieron a la eternidad sin Cristo en una sola noche, personas de todas edades que no pensaron que su hora les llegaría. Está claro que debemos estar preparados para estar en la presencia de Dios.
Esta es una situación que amerita a que los cristianos nos movamos. ¿Qué haremos? Está bien dar gracias a Dios porque nosotros salvamos ilesos, pero no nos quedemos ahí… también hay que sufrir con el que sufre y preocuparse por él.
Rogamos a todos los hermanos que nos ayuden con su oración, y si les es posible, con ayuda material o con su servicio en terreno.
Las iglesias deben organizarse y sus miembros deben unirse para ir en ayuda del necesitado, y para ello la comunicación es fundamental. No nos olvidemos de los damnificados, y sobre todo, los que pertenecen a nuestra familia de la fe.
Conozco a muchos hermanos en Cristo que son de la zona devastada, y a Dios gracias, hasta ahora no hemos tenido reportes de pérdidas de vidas humanas entre nuestros conocidos cristianos. Sin embargo, es preocupante la situación de otros de los cuales no tenemos noticias. Roguemos a Dios que se encuentren bien. Fuerza amigos y hermanos de Bauchavisuales, Formador(Julio Acuña), y tantos otros de Concepción, Tomé y alrededores...
[ Actualización: Gracias a Dios, nuestros amigos de los blogs Bauchavisuales y Formador, se encuentran sanos y salvos! En los enlaces pueden ver sus testimonios - 08/03/2010 ]
En resumen:
- Si puedes, da todo lo que Dios ponga en tu corazón para los damnificados, y primeramente, a tus hermanos en Cristo, porque son tu familia.
- Comuniquémonos, abramos espacios en Internet para que estemos todos al tanto de lo que sucede con todos los miembros de la Iglesia de la zona siniestrada. Todos somos una familia y los afectados merecen nuestra preocupación.
- De todo lo malo, tenemos una oportunidad. Tenemos la oportunidad de que el Señor nos use para ayudar al que lo necesita y para unirnos en un mismo sentir, como en la Iglesia apostólica.
Dios te bendiga y te cuide
Eran pasadas las 03:30 hrs. de la madrugada y yo aún me encontraba en pie. Cuando ya me iba a acostar, lo que empezó como un temblor habitual, se transformó en un sismo interminable que subía en intensidad a medida que pasaba el tiempo.
La tierra se movía de lado a lado con una violencia que nunca sentí, la adrenalina por el cuerpo, y el clamor a Dios en los labios, pidiendo sobre todo por las personas que en ese momento estaban peligrando sus vidas.
Me acordé de lo dicho por el profeta Isaías:
“Temblará la tierra como un ebrio…” (Isaías 24:20)
Y es que en realidad la tierra se movió como un ebrio, pero con gran violencia, aunque aún no es el fin.
Nosotros y nuestras familias quedamos bastante bien después de todo acá en Santiago; vidas a salvo y las viviendas en pie con alguna que otra pérdida material menor. No así fue el caso de muchos que lo perdieron todo, aún sus propias vidas, y la mismísima salvación del alma.
Muchas almas partieron a la eternidad sin Cristo en una sola noche, personas de todas edades que no pensaron que su hora les llegaría. Está claro que debemos estar preparados para estar en la presencia de Dios.
Esta es una situación que amerita a que los cristianos nos movamos. ¿Qué haremos? Está bien dar gracias a Dios porque nosotros salvamos ilesos, pero no nos quedemos ahí… también hay que sufrir con el que sufre y preocuparse por él.
Rogamos a todos los hermanos que nos ayuden con su oración, y si les es posible, con ayuda material o con su servicio en terreno.
Las iglesias deben organizarse y sus miembros deben unirse para ir en ayuda del necesitado, y para ello la comunicación es fundamental. No nos olvidemos de los damnificados, y sobre todo, los que pertenecen a nuestra familia de la fe.
“Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6:10)
Conozco a muchos hermanos en Cristo que son de la zona devastada, y a Dios gracias, hasta ahora no hemos tenido reportes de pérdidas de vidas humanas entre nuestros conocidos cristianos. Sin embargo, es preocupante la situación de otros de los cuales no tenemos noticias. Roguemos a Dios que se encuentren bien. Fuerza amigos y hermanos de Bauchavisuales, Formador(Julio Acuña), y tantos otros de Concepción, Tomé y alrededores...
[ Actualización: Gracias a Dios, nuestros amigos de los blogs Bauchavisuales y Formador, se encuentran sanos y salvos! En los enlaces pueden ver sus testimonios - 08/03/2010 ]
En resumen:
- Si puedes, da todo lo que Dios ponga en tu corazón para los damnificados, y primeramente, a tus hermanos en Cristo, porque son tu familia.
- Comuniquémonos, abramos espacios en Internet para que estemos todos al tanto de lo que sucede con todos los miembros de la Iglesia de la zona siniestrada. Todos somos una familia y los afectados merecen nuestra preocupación.
- De todo lo malo, tenemos una oportunidad. Tenemos la oportunidad de que el Señor nos use para ayudar al que lo necesita y para unirnos en un mismo sentir, como en la Iglesia apostólica.
Dios te bendiga y te cuide